28 diciembre 2017

Sanctuary Knights

"La Madre Diosa es la Emperatriz de la Naturaleza, Reina de las Aguas, Soberana del Fuego, Monarca del Aire, Señora de la Tierra, Majestad del Metal y Alteza de la Madera..."

- ¡Cuántos títulos iguales para decir "reina"! -exclamó Orav. Thÿowin le ignoró.

"Rige los fluidos, gobierna las llamas, preside los vientos, domina los terrenos, regenta los minerales y lidera los árboles..."

- ¡Y cuántos sinónimos! Aunque el de "árboles" para la madera no ha quedado muy allá... ¡Ay! -exclamó cuando su maestro le dio una colleja.
- ¡No me interrumpas! La disciplina es clave en un guerrero. Y el buen hablar, la elocuencia, son esenciales -terció.

A Orav le costó callar cuando volvió a oírle decir equivalentes, pero guardó silencio.

...

"Es la Diosa Primigenia, La Gran Madre, venerada desde tiempos inmemoriales cuando nuestros ancestros habitaban en cuevas. Podemos encontrar representaciones suyas en cavernas y su adoración fue la primera sobre la tierra. Pero su culto fue olvidándose cuando las religiones politeístas, animistas y panteístas cobraron fuerza en los corazones de sus siervos. Sin embargo, siempre será la Diosa Original, la creadora de todo".

El hombre hizo una pausa dramática que no pareció impresionar en absoluto a su joven discípulo.

- Entendido... -dijo Orav titubeante, esperando que continuara.
- No lo entiendes. Ella es Él. Ellos. Todos.
- Ajá...

Orav se ganó otra colleja.

- ¡Nada de "ajá"! La tierra impera sobre todo. Debes aprenderlo.
- ¡Eh, "imperar", otro...! Nada, nada, me callo... -dijo rápidamente ante la mirada inquisitiva de su maestro.
- No sé si será buena idea enseñarte, no te lo tomas en serio. Y la Diosa nunca debe ser tomada a la ligera, es la que otorga los poderes a sus hijos. Y puede maldecirles.

El niño le miró con ojos grandes y brillantes. No quería ser maldecido. El maestro sonrió complacido al ver que parecía haber captado su atención.

"La Madre Diosa creó varias razas de seres mágicos para llenar su mundo de magia y diversidad. Aquellos seres fabulosos se dividían según los puntos cardinales, los elementos del mundo y el poder de la alquimia primitiva..."

El pequeño no sabía si Thÿowin erraba al narrar su historia o su propia juventud no le permitía apreciarla en todos sus matices. ¿Qué tenían que ver los puntos cardinales y los elementos? ¡Oh, eso había sido muy profundo! Ya empezaba a reflexionar como un verdadero guerrero.

- "... las princesas del agua: ninfas, ondinas, nereidas, náyades y, sobre todo, las Oceánides..."

Se había perdido en sus pensamientos y fantasías. ¿Pero realmente qué le importaba todo eso? ¡Él quería luchar y aprender el noble arte de la guerra! 

"... Urania, Hipo, Clímene, Rodea, Calírroe..."

¿Y de todos modos, de qué le servía la mitología grecolatina para ello? ¿Para impresionar a los enemigos con sus conocimientos?

"... Perseis, Yanira, Acasta, Pléyone, Jante..."

No se lo podía creer, pero realmente le apetecía ir a la escuela para dejar de escuchar aquello. Así no aprendía nada y quería hacer algo que requiriese más energía.

- ¿Me estás escuchando? -preguntó Thÿowin viendo que Orav le miraba con fijeza pero parecía completamente ausente.
- ¡Si! Yanis, Casta, Pléiade, Jade... 

Thÿowin entrecerró los ojos y Orav se sonrojó ligeramente.

- ¿Puedes nombrarme un ser mágico de cada elemento? -preguntó.
- Aún no los hemos dicho todos... -dijo el niño, seguro de acertar en eso.
- Quiero saber qué puedes decir al respecto.
- Ehmm... -titubeó Orav- De agua las nereidas. De aire... ¡sílfides! De tierra... Hespérides. De fuego, ¿salamadras? ¡No, dragones, dragones! ¿Qué me falta? ¡Ah..! de metal... no sé, y de madera... pues las dríadas o ninfas de los árboles...
- Tu comprensión de los seres feéricos debe ser amplia y rica. Todos son valiosos para nuestros fines, todos pueden ser íntimos aliados en la lucha. Sin una mente bien amueblada solo serás un joven que da golpes a diestro y siniestro y no entiende nada sobre los dones que le han sido concedidos. ¿Entiendes a qué me refiero, pequeño? -explicó el maestro.

Orav asintió, meditabundo. Él prefería lo de los golpes y la batalla, pero suponía que sería importante entender ciertos puntos sobre la magia. Ciertos, que no todos, como aquel maestro pretendía enseñarle. Aunque era verdad que su conocimiento le impresionaba un poquito. Pero nunca lo admitiría.

- Los lobos son una raza noble e incomprendida con bellos poderes y alma pura. 
- Sí, son muy bonitos. Y fuertes -coincidió Orav.
- Su magia, bien empleada contra el enemigo, puede ser mortal y devastadora -siguió.

Al niño le brillaron los ojos. ¡Quería proteger a la aldea!

- De modo que tendrás que emplearte a fondo si quieres entender todo sobre esta noble estirpe a la que ahora perteneces y no dejarles en ridículo. Estás destinado a ser un gran guerrero pero tendrás que madurar mucho antes de conseguirlo. 
- Soy joven, puedo lograrlo -afirmó el pequeño, convencido de su potencial.
- Así lo creo. Ve a la escuela, se hace tarde. Pronto volveremos a reunirnos y espero que estés más abierto a aprender.
- ¿Y todo esto? -preguntó Orav señalando las ramas que harían las veces de espada, el arco y las dianas.
- Pronto. Habrá mucha parte física, no te preocupes. Incluso acabarás agotado y suspirando por las lecciones teóricas.
- ¡No lo creo! Me gusta la acción.

Thÿowin sonrió. Aquel pequeño tenía mucho espíritu.

- Mañana te prometo una lucha encarnizada entre los dos y quizá alguno de mis amigos lobos.

El niño puso una cara peculiar, mezcla de entusiasmo y miedo, lo que hizo que Thÿowin soltara una enorme carcajada.

- ¡Tranquilo! No sufrirás ningún daño, pero también has de entender cuán horribles y poco prometedoras son las guerras y lo importante que es evitar los conflictos. Se pierde mucho más de lo que se gana.
- La gloria es eterna -dijo el pequeño con gesto altivo.
- Tu nombre escrito en piedra para toda la eternidad no significará nada para los seres queridos que te pierdan. Créeme. Estar vivo es todo un don.

Aquel hombre era demasiado filosófico, pero suponía que con el tiempo le comprendería y estaría de acuerdo con él. De momento solo quería sacar tripas.

- Gracias, maestro Thÿowin. Me encanta su visión del mundo y lo que le rodea -dijo tratando de ser bueno. 
- Me alegra oírlo. Pero eso no acelerará el curso de los acontecimientos ni que te de una espada real.

El niño se enfurruñó y Thÿowin volvió a reír. Quién iba a decir el gran hombre en el que se convertiría aquel protestón.


Dedicado a Álvaro, ¡feliz cumpleaños neno!

27 diciembre 2017

Chuqui illa

Una cascada de agua comenzó a manar de varios salientes en la roca que se encontraban fuera de su alcance. Viracocha reía enloquecido y relataba profecías sobre las aguas y su poder destructor a voces, lo que no les permitía concentrarse para intentar buscar una solución. Pichu estaba enfadado y preocupado. ¿Cómo saldrían de esta?

- No has visto muchas películas sobre arqueología, ¿Me equivoco? ¡Nunca debes presionar palancas misteriosas! -gritó al joven.
- ¡Pi, pi, pi! -corroboró su amigo pokémon. 
- Bueno, entonces siguiendo la estela de las pelis, deberíamos buscar otra palanca que solucione este entuerto -dijo la arqueóloga que le caía bien, aunque ya no tanto. 
- ¡Claro, como si esto fuera una peli! -exclamó Pichu.
- Pero acabas de decir...
- ¡Buscad una roca con forma especial, o un significado secreto en algún muro, ¡Algo! -la interrumpió con voz de Sméagol y un cierto deje desesperado.

Los arqueólogos de la expedición se pusieron a rebuscar por todos lados pero no encontraron nada. El agua comenzaba a cubrirles por encima de las rodillas y Viracocha seguía con sus augurios apocalípticos.

- ¿Alguien puede callar a ese lunático? ¿Otro calcetín, quizá? -propuso uno de los chicos.
- ¡Tratad con respeto a vuestros dioses o su ira caerá sobre vuestra estirpe!
- Mi linaje no da para mucho... créeme... -dijo otro de los jóvenes.
- ¡Aquí!

Pichu se dirigió a un pequeño altar de sacrificios que había pasado desapercibido hasta entonces, donde su pequeño amiguito daba saltos de felicidad y parecía muy contento. 

- ¿Qué es esto, pequeñín? -preguntó cariñoso- ¡Oh! ¡Mirad esto!

Detrás del altar había un panel de roca y cuando Pichu lo tocó, éste se giró dando paso a una hermosa composición de un chamán adorando a los dioses, representado con vivos colores cálidos y tonalidades de la naturaleza.

- Esto representa a la Serpiente Emplumada y solo el chamán posee la luz de la sabiduría, que se simboliza con esta luz de aquí... -señaló a la parte derecha del panel.
- Encantador, pero jefe, el agua empieza a cubrir la cintura...
- ¡Sí, sí! Debemos buscar una especie de puertecita como ésta de la luz...
- ¿Cómo? -preguntó otra chica.
- No sé, tal vez como... ¿esto? 

Pichu calcó en una de las piedras, pero no ocurrió nada. Las arqueólogas comenzaron a tocar las piedras de alrededor hasta que una de ellas dio con otra palanca, que bajó sin consultar ninguna opinión. El agua empezó a caer con más fuerza y de más agujeros.

- ¡Solo los dioses y chamanes poseen la luz, los insensatos mortales perecerán bajo el diluvio! -gritó Viracocha, ufano.
- ¡Que yo soy de tu corte de Amautas! ¿Recuerdas? ¿Y qué hemos dicho de tocar cosas? -dijo Pichu a la chica, entre irónico y molesto.
- ¡Tú lo ibas a tocar de todos modos! ¡A mi no me eches la culpa! -chilló ella, un poco histérica.
- ¡No sé nadar! -confesó uno de los chicos atemorizado viendo que el agua ya le llegaba a las axilas.
- ¡Se me moja el móvil! -gritó otro.
- ¡Tú súbete en algún sitio y todos con el móvil en alto, como hago yo! -ordenó Pichu- ¡Que a mí ya se me acabó la garantía!

El arqueólogo con el calcetín en la boca rodó los ojos. ¿Cómo podía ese Pichu ser tan estúpido?

- ¡Mirad lo que hace Pichu! -gritó una de las arqueólogas.

Todos miraron hacia Pichu, que tenía el móvil en lo alto y por un momento se sintió ridículo, aunque claramente era el más listo de todos.

- ¡No él! ¡Él! -señaló la chica.

El pokémon saltaba por las paredes sirviéndose del relieve irregular de las rocas y presionaba suavemente con sus patitas por encima de las mismas, consiguiendo que los chorros de agua se detuvieran en su totalidad.

- Mediador entre las aguas y las fuentes de población... Digo... las fuentes de población y las aguas... -murmuró Pichu. 
- ¡Sigo sin saber nadar! -gritó el chico de antes, literalmente con el agua al cuello.
- ¡Y yo sigo diciendo que te subas... aquí por ejemplo! -sugirió Pichu señalando al altar con el móvil.


Las cascadas de agua dejaron de fluir de los muros y los arqueólogos se miraron unos a otros, completamente empapados y cubiertos de agua casi en su totalidad.

- ¡Bien hecho, Pichu! -alabó Pichu al pokémon, que sonreía con la mirada.
- ¿No sería cosa de sacarle el calcetín de la boca? -preguntó una de las chicas fijándose en el arqueólogo listillo- a ver si se va a ahogar...
- No creo...
- ¡Me podía haber ahogado! -corroboró el joven cuando se vio liberado de su atadura.
- ¡No seas dramático! Tú mismo te lo has buscado cuestionándome todo el rato... -respondió Pichu con poca amabilidad.
- ¡Los dioses infligirán su castigo a los..!
- ¡Qué siiiiiii! -exclamó la chica que se hacía pasar por Pacha Mama- ¡Lo hemos entendido! ¡Basta!

Viracocha guardó silencio aunque todavía parecía trastornado con sus ojos dorados.

- ¿Y cómo abrimos la puerta de la cámara?
- En pársel, naturalmente -respondió Pichu, muy tranquilo.
- ¿Qué?
- ¡Oh! Perdonad, estaba distraído. Hallando la luz. 

El arqueólogo que le caía mal puso un gesto sarcástico pero se guardó sus comentarios.

- Me refiero al panel, no me miréis así -aclaró Pichu- Lo dice bien claro.
- ¿Puede tu amiguito encontrar esa luz? -cuestionó uno de los chicos.
- Veamos. ¿Pichu, puedes encontrar esto? -señaló Pichu por debajo del agua al pokémon.
- ¡Pi, chu! ¡Pichu!

El animalillo saltó por los muros y se acercó a uno de los salientes de agua en la roca. Olisqueó por la zona y trató de ojear dentro de la oquedad.

- ¿Qué demonios hace?
- ¡Más respeto a Chuqui illa, el relámpago! -volvió a gritar Viracocha.
- Por una vez le doy la razón -asintió Pichu. Si confiárais más en él...
- ¡Pi!

Pichu se detuvo cerca del panel, frente al rostro de uno de los nativos, que parecía un chamán con ojos de esmeralda. 

- ¡Mirad eso! Se parece al tipo del panel... ¡Ya está! ¡Tenemos que buscar un nativo como ese con ojos de ónix! ¡O de azabache!

Los arqueólogos se miraron entre ellos cuestionando una vez más la posible demencia de su jefe.

- ¡Ojos oscuros, ojos negros! ¡Como él! -señaló al panel.

El grupo se puso a inspeccionar cuidadosamente las paredes hasta que uno de ellos dio con un nativo muy semejante al del panel principal.

- ¡Este se parece! ¡Tiene ojos de roca negra!
- Roca, roca... es turmalina, inútil -dijo Pichu en voz baja con su tono de Sméagol -¡Lo ha encontrado! ¡La luz debe andar cerca!

Efectivamente, a una distancia similar del chamán se encontraba una piedra reluciente cuyo brillo se desdibujaba bajo el agua, pero indudablemente dorada.

- ¿Y qué es lo que significa?
- ¿Alguno de vosotros ha sido mayordomo alguna vez?

Nadie respondió, sin entender a qué podía referirse el loco de su jefe.

- Solo lo decía para romper la tensión... -comentó con ligereza Pichu, que a pesar de todo seguía dándole vueltas a quién sería el traidor- Esto... bueno, voy a pulsar en la lucecita a ver si...

La Sala Brillante, como la había bautizado, resplandeció con un brillo cegador aún más acusado debido al agua que les dejó sin visión por unos instantes. Lo único que notaron con certeza era cómo el agua bajaba de nivel y un fuerte sonido a rocas se oía en la lejanía. 


Dedicado a Javier, ¡feliz cumpleaños Pichu!

25 diciembre 2017

Merry Xmas

¡Feliz Navidad a todos!
Un año de buenos recuerdos, maravillosas aventuras y nuevas experiencias, y sobre todo, ¡mucho amor!


Dedicado a mis amigos, mis fieles tesoros.

19 diciembre 2017

The Quintessencial Wraith











Año 2009 D.C. Parque Azëbera.

Por fin estaba de regreso en su propia época. Wherynn miró al cielo, donde unas nubes grisáceas se arremolinaban presagiando tormenta. ¿Cuándo había empezado a confiar en aquel Nöh? ¿Podrían cambiar el futuro?

- ¡¡¡Whers!!!
- ¿Srynna?
- ¡¡Wherynn!! ¡Está viva!

El Nöh la miró profundamente, hizo una reverencia y comenzó a alejarse con una ligera sonrisa.

- Piensa en lo que te he dicho...

Wherynn no podía pensar. ¿Cómo se le ocurría?

- ¡¡Whers!! -Srynna apareció entre unos árboles y se abalanzó sobre ella dándole un fuerte abrazo.
- Has estado con tu amiguito el Nöh -dijo Jeanpo con voz acusadora. No podía culparlo. 
- A ver... como os lo diría...
- Vamos al campamento, ¡empieza a llover! -chilló Srynna tirando de ambos.
- No volverá a las tiendas hasta que cambie la piedra de sitio -terció Jeanpo.

La joven se sintió muy ofendida.

- Soy el Mapa Cósmico. ¿Crees que Thöw me confiaría sus secretos si no fuera digna de confianza? ¿Qué me dejaría saber dónde está la piedra y protegerla de los Nöh?
- Incluso los grandes magos pueden equivocarse... -susurró el guerrero.
- No conmigo.

Sus palabras quedaron silenciadas por un trueno.


La tormenta estaba siendo más fuerte de lo que ninguno esperaba. El viento había logrado derribar la tienda de Jeanpo, que se refugiaba junto a las chicas en su tienda roja. No parecía que fuera a detenerse en breve y la tensión se respiraba en el ambiente.

- ¿Y bien? ¿Qué te ha contado tu novio?
- Vamos, no seas crío. Está de nuestro lado.

Jeanpo bufó, incrédulo.

- Creía que eras más fácil de engañar que eso... es decir, ¡más difícil!
- No voy a justificarme, pero sé lo que hago. Todo irá bien.
- ¡Claro, yo confío en ella! -dijo Srynna- ¡Nos ha traído magia!
- Si no me crees, quizá sería bueno invocar a Thöw y pedirle discretamente su opinión... -sugirió Wherynn sin saber cómo iba a decirle la verdad sin ponerlos en peligro.
- Perfecto. Srynna, haz los honores.

La chica pronunció una extraña retahíla de palabras y al punto Thöw apareció fuera de la tienda. Corrió la cremallera y Srynna dio unos pequeños grititos al notar las frías gotas de lluvia en su rostro.

- Mis disculpas, señorita.

Mirándolo en profundidad, Thöw compartía rasgos con su hermano. Si bien su nariz era más fina y su cabello más claro y ondulado, sus ojos profundos y sus labios carnosos no dejaban lugar a dudas. Era igual que el Nöh, aunque posera mucho de su padre mago. Thöw se dio cuenta de su mirada y Wherynn solo sonrió. La miró como él lo hacía y dejó que viera algunos de sus pensamientos. Empezaba incluso a resultarle atractivo...

- Me extraña que me hayáis invocado en el preciso instante en que me disponía a venir a veros. Quería contaros los últimos hallazgos sobre los Nöh. 

El guerrero miró significativamente a su amiga, que le ignoró por completo.

- Están tratando de invocar a la Quintaesencia para acabar con sus enemigos...
- ¿Lo más puro y lo más perfecto? ¿Cómo? -se asustó Jeanpo.
- Me he perdido... -murmuró Srynna quedamente. 
- Tierra, Agua, Aire, Fuego y Éter. La Quinta Esencia -dijo Wherynn- muy medieval todo...
- En Cosmología, la Quinta Esencia es una energía de vacío... -empezó el mago.
- ¡Como un agujero negro! -interrumpió Srynna.
- No, al contrario. Actúa como un campo repulsivo que expande el universo -explicó Wherynn.
- ¿De qué habláis? ¡Dejaos de modernidades! -elevó la voz Jeanpo.
- ¿Mitología? Vale, Éter es un elemento más puro y brillante que el aire, ocupa una región por encima del cielo, viene a ser como la atmósfera... 
- ¿Y tú como sabes tanto? -preguntó Jeanpo.
- Yo leo. 

Srynna soltó una carcajada recordando una serie de TV y logró que Jeanpo se enfureciese. 

- ¿Y qué van a hacer los Nôh con eso?
- ¡Cuándo lo pronunciarás bien! -se desesperó Jeanpo.
- ¡Qué me olvides! Cuéntanos, Thöw -pidió Srynna.

El mago miró a Wherynn por un instante y esta juraría que le guiñó un ojo.

- Destruir, obviamente. Cuando el cielo se derrumbe sobre la tierra solo el Mapa Cósmico, la Reina de la Destrucción y el Guerrero podrán salvar este mundo. Junto a un poderoso mago.
- Tú. 

Todos miraron a Wherynn, que se arrepintió de sus palabras.

- Quiero decir... Tú, quién si no... No conocemos muchos magos por esta época y eso...
- Wherynn se está aliando con los Nöh -dijo Jeanpo.

La joven se sintió traicionada.

- No lo creo... El Mapa Cósmico nunca nos traicionaría.
- ¿Y yo soy la Reina de la Destrucción? -preguntó Srynna, orgullosa de si misma.
- No, lo soy yo si te parece, y tu el guerrero... -se burló Jeanpo. 
- Si que estoy con un Nöh... el mismo que nos dejó la nota de la ardilla cotilla.

Thöw se pudo inmediatamente en pie haciendo que la tienda se balanceara violentamente. Ninguno se había dado cuenta de que la tormenta había cesado y el viento solo susurraba entre los árboles.

- Cuéntamelo todo.

El mago se había puesto muy serio y Wherynn le desafiaba con la mirada.

- Nunca. 

Jeanpo le dio un codazo a Srynna. No era tiempo de bromear.

- Me refiero, Wherynn es perfectamente confiable. El Nöh buenorro solo nos da pistas... -comentó Srynna.
- ¿Qué? -preguntó Thöw, entre confundido y furioso. 
- A ella. Les vi hablando. Esta muy, muy potente... ¡Se parece a ti! 

La joven se quedó sin respiración por un instante.

- ¿¿Nos viste juntos?? -cambió rápidamente de tema.
- Para que luego digáis que soy dramática y no se guardar secretos... -presumió la chica.
- ¿Quién dice eso? ¿Qué pasa? -Jeanpo se enfurecía más por momentos. 
- ¿Se... parece a mi..? -musitó el mago.
- ¿Thöw..?

Nunca le habían visto tan vulnerable. Miraba por doquier como si tratase de ver más allá de la tienda, en su mente y en el exterior al mismo tiempo, como si acabara de descubrir o entender algo de suma importancia. 

- Habla con tu abuelo...

El mago la miró intensamente y un escalofrío recorrió la espalda de la chica. Realmente nunca se había dado cuenta del poder hipnótico de sus ojos.

- Ve al conciliábulo, tienes que saber... tienes que entender...
- ¿Qué sabes tú? -preguntó con un cierto tono amenazador que le pareció sexy. Realmente estaba perdiendo el norte. ¡Maldito Nöh!
- Tu solo ve y así podré demostrar que soy digna de confianza para todos. Espero no estar equivocándome, errar sería fatal...
- ¡Qué épico! -suspiró Srynna, que no se enteraba de nada.
- Voy a ir, porque uno... No perdáis de vista la piedra y si la Quintaesencia apareciera, invocadme. No podéis enfrentarla solos. Tú te vienes conmigo -dijo cogiendo a Wherynn de la mano.
- ¿Qué? ¿Yo?
- Si conoces a ese Nöh tendrás que decírselo al gremio. Quiero que veas por ti misma lo que los Nöh serían capaces de lograr con un Mapa Cósmico en su poder.
- ¡A mi no me amenase! -se revolvió ella- ¡Que confíes en mi!
- ¡No es por eso!
- Ve, Whers, será lo mejor para todos. Conoce a esos hechiceros y cuéntaselo todo.
- ¡Cambiaremos el destino! -se maravilló Srynna pensando en hazañas épicas y mágicas.
- No, os olvidarán en cuanto os conozcan, como vosotros olvidaréis a vuestros... ¡Vamos! 

Sin que pudiera hacer nada y escuchando los gritos de asombro de Srynna, los dos se desaparecieron.


Wherynn contemplaba su mano en la oscuridad. Nunca se había fijado con detalle en todas las constelaciones y líneas que la sangre marcaba en su palma y que guiaban los designios de aquella aventura en la que se habían metido sin buscarlo. ¿Cómo habían llegado tan lejos siendo los elegidos?


- Abre los ojos y guarda silencio.



Dedicado a Jeanpo, ¡feliz cumpleaños neno!

05 diciembre 2017

Somnus

El silencio reinaba en la estancia como si se tratara de uno más de los sueños que vivía cada noche. Ëdpôr no sabía cómo plantear aquella delicada cuestión que desafiaba toda ley onírica y comenzaba a arrepentirse de haber acudido a su padre. De revelar sus pensamientos sin poder realmente dilucidar qué podría ocurrir. 

- ¿Y bien? -continuó Hipnos.
- Padre...

No podía. No quería. Prefería descubrirlo por sí mismo y pronunciarse sobre sus propios deseos sin tener que involucrar a ningún otro ser, nocturno o diurno, dios o mortal. 

- Me... preguntaba si... ¿Por qué los Oniros no podemos aparecernos a los reyes? Es una cuestión que siempre me ha perturbado.

Bueno, tampoco era mentira. 

Hipnos le contempló silencioso y tomó en sus manos la rama de la que goteaba rocío del río Lete. 

- De todos mis hijos, siempre has sido el más curioso. El más especial.

Ëdpôr guardó silencio y le miró fijamente.

- Morfeo, Fobétor y Fantaso son los únicos que tiene ese duro cometido, como bien sabes, pues los reyes han de escuchar sus sueños y recurrir a su sabiduría para gobernar sus pueblos y así alcanzar la gloria y la grandeza.

El Oniro sintió un escalofrío. ¿Estaría Tánatos cerca?

- No existe ninguna razón especial para que mis otros hijos no sean capaces de descubrir esa terrible verdad subyacente en los sueños. La libertad del inconsciente humano no es tal, como bien sabes, pues nosotros regimos sus visiones nocturnas desde la noche de los tiempos.

Hipnos guardó silencio y miró a su hijo.
No le había respondido, en realidad.

- Entonces... ¿Qué hace especiales a esos tres Oniros por encima del resto?

Solo quería acabar aquella conversación y regresar ante las dos puertas.

- ¿Sabes el por qué de la existencia de los portales de cuerno y marfil? 

Hipnos preguntó mirándole largamente como si supiera qué meditaba aquella noche. Ëdpôr no respondió y solo le devolvió la mirada mientras sentía otro escalofrío. 

- Las puertas pertenecen al Érebo desde siempre, desde antes que nosotros existiéramos a pesar de ser eternos. En el origen de los tiempos.

El Oniro suspiró de forma casi imperceptible. En ocasiones aquellos seres hablaban de formas misteriosas y densas, como en los propios sueños. No se sentía parte de ellos.

- En una ocasión, Hera me prometió la mano de una de las Cárites, Pasitea (tu madre) si dormía a Zeus. Y recurrió a mí a través de Iris para que adoptara la forma de Ceix y en sueños me presentara a su mujer y le explicara su muerte. Endimión recibió de mí el poder de dormir con los ojos abiertos para así poder nunca perder de vista a su amada, Selene... 

Hipnos se movió en su cama de plumas rodeada de negros cortinajes y Ëdpôr no pudo evitar mirarle confundido. ¿Qué tenía que ver todo aquellos con su falsa tribulación? ¿Era un pobre pretexto para contarle sus últimas batallitas?

- No entiendo, padre... -se atrevió a murmurar.
- Con todo esto pretendo decirte que los designios de los Oniros son complejos y cada uno tiene su cometido. No se nace siendo rey, sino que se hereda. Y vosotros heredáis una misión crucial en la vida de los hombres.

¿Era impresión suya o seguía haciendo circunloquios?

- Gracias. Me habéis aliviado -sería lo mejor para acabar- vuestro tiempo me es grato.
- Puedes acudir a mi siempre que lo desees, hijo mío. Como ya he dicho, tu eres el Oniro más especial de todos. Despídete de Tánatos al regresar.

Ëdpôr se sintió en el deber de hacer una pequeña reverencia a la que su padre sonrió y salió de la estancia en penumbra. 

- ¿Tánatos..?

Lo encontró a la puerta del palacio de oscuridad con su tea en mano. Cuando le miró, su escalofriante presencia le hizo sentir mariposas negras en la mente. Nunca sabía cómo describir aquellas sensaciones. Quizá porque su antorcha invertida le infundía un terror más allá de lo humanamente concebible. 

- Cumplo el destino de las Moiras.

¡Oh, no! ¡Más batallas!

- Mi señora de la Isla de los Bienaventurados, hija de Hades y Perséfone, entiende mi destino.

No le apetecían genealogías. No entendía los pensamientos que aquel ser le provocaba.

- ¿Tal vez una pequeña reunión familiar donde aliviar tus dulces pensamientos? -susurró Tánatos con una oscuridad tan densa que por un instante su mundo se nubló.
- No entiendo...
- Ningún Oniro ni ningún otro ser ha anhelado los deseos prohibidos de tu mente. Ni mis hermanas en su violencia...
- ¡Basta!

Tánatos le provocaba un miedo atroz, un pánico que estrangulaba su alma. Silenciar sus palabras no parecía la mejor idea, pero en realidad aquella vez no tenía ninguna buena idea, al parecer. Figuras retóricas, sí.

- Eres diferente, Ëdpôr. Lo sabes... -le dijo Tánatos con una sonrisa retorcida y estremecedora- y me temes tanto como los simples mortales. ¿Por qué, si no puedo dañarte?
- Soy... sensible. 

Ambos se miraron, Ëdpôr tratando con dificultad de no apartar la mirada y ponerse a salvo de sus inquisidores ojos. ¿Leía su mente acaso? ¿Podría evitarlo si así fuera?

- Portas sueños lúcidos... y quieres portar mentiras reales, y verdades falsas. Pero eso es lo que haces siempre, dar una realidad que no es cierta a tus escogidos. ¿Por qué cambiar eso rompiendo el equilibrio?

No entendía cómo podía saber todo aquello.

- ¿No vas a responder? -cuestionó su voz oscura.
- No sé qué responder. Ni qué pensar, a decir verdad...
- Las verdades, como he dicho, no son tu punto fuerte... -dijo Tánatos moviendo siniestramente su tea, lo que le ponía nervioso sin razón.
- ¿Puedo retirarme? Me esperan en el mundo onírico... -titubeó Ëdpôr.
- Aún en ocasiones los dioses han de juntarse y decidir el destino de la humanidad... Y tu peligrosa y atrevida idea me intriga... ¿Por qué no cuestionar a los otros y después hacerlo?

Un trato con Tánatos, que le extendía su brazo... El último que creía que le entendería y el último a que le pediría nada ¿Se atrevería con tal de seguir sus sueños?


Ëdpôr le estrechó la mano sintiendo su oscuridad. Alea jacta est. 



Dedicado a Pedro Soares, ¡feliz cumpleaños filósofo!

01 diciembre 2017

Deitys of Astralia II


Deimos

La niebla cubría todo lo que me rodeaba pero sabía que podía encontrar la llave del umbral en mi interior. Con voluntad busqué en mi corazón y lo abrí. La puerta de nubes era mística como la niebla que la creaba. Y tras el misticismo se encontraba un hermoso castillo. La piedra y el cristal brillaban iluminando sus misterios y las estaciones se sucedían mientras me acercaba a su pórtico... Era una antigua catedral cubierta de hiedra y flores. Las vidrieras relucían con el sol y vislumbraban arco iris con la lluvia. Y en su interior brillaba una de las piezas del puzzle que buscaba con anhelo en mi eternidad en Astralia...

Cuando la tomé entre mis manos vi que era una piedra preciosa formada de varias gemas diferentes que pertenecían a lo más profundo de los sentimientos. Los ancestros venían con esa piedra y su custodia sería el poder supremo para encontrar el resto de piezas y encajarlas en el puzzle de la existencia...


Continuará...