19 julio 2017

La Varita Maldita

La puerta de la entrada a la sala común de Slytherin continuaba abierta y toda su suerte parecía haberse acabado de golpe. Se dieron cuenta cuando fueron a buscar a Sÿl al hueco de la pared.

- ¡No está! -chilló Wherynn, sorprendida.
- Venga, sácala -pidió Thäis.
- ¡Te digo que no está!
- Déjate de brom...
- ¡No está! -siguió chillando desesperada su amiga.


Sÿl caminaba en la oscuridad con los ojos totalmente verdes y sonrisa maníaca hacia un lugar de las mazmorras que solo ella conocía. Se sentía dueña de sí misma, confiada, invulnerable...

- ¡Auch! Maldita sea...

Se frotó la frente con la mano. ¡Estúpido saliente de piedra! Volvió a poner su sonrisa maníaca mientras lo destruía con un hechizo. Dueña de si misma, confiada, invulnerable...


Wherynn entró en el hueco de la pared donde habían dejado a Sÿl y buscó por todas partes mirando hacia todos lados y tocando los muros. Nada.

- ¿Seguro que era aquí? -preguntó Thäis, tratando de encontrarle el sentido.
- ¡Pues claro que era aquí! -defendió el chico.
- ¡Tu cállate! ¿Qué malo bebe agua? -gritó la rubia.
- ¿Qué? ¿Y qué querías que bebiera? ¿Ron como un pirata?
- ¡Algo más masculino!
- ¿Y luego acaricio un gato y pongo cara maligna? -se burló él. 
- ¿En serio estáis discutiendo tonterías cuando Sÿl ha desaparecido? -les silenció Wherynn- esto tiene que ser cosa de los Sly... Y estoy con Thäis, beber agua...

El Ravenclaw dejó escapar una sonrisa a pesar de su enfado y Thäis miró a la puerta de la sala común.

- Como salga alguien...
- Mejor nos alejamos un poco, más que nada para que no nos escuchen... -sugirió Wherynn.
- ¡Aquí hay algo!

El chico señaló al suelo, donde una extraña neblina verdosa dejaba un rastro inconfundible.

- ¡Son los pies de Sÿl! 
- ¿Los..? -empezó Thäis, confundida.
- ¡Sigámosla! -urgió Wherynn echando a correr por el pasillo a oscuras.


La joven Gryffindor se sentía más Slytherin que nunca. Pronto encontraría la runa de poder en el Bosque Prohibido sin que ninguno de sus amigos pudiera impedirlo. Era poderosa, bella y terrible, una amenaza para todos aquellos que se cruzaran en su camino ya que el veneno del fundador originario corría por sus venas. Y tenía la autoestima por las nubes, por qué no decirlo.

- Tan solo necesito la Varita Maldita y pronto todo el poder será mío... ¡Gryffindor caerá y Slytherin aniquilará a todos los enemigos que osen oponerse a él! 

¿Por qué no habría nadie cerca para admirar sus frases épicas?


Los chicos caminaban a buen paso por el pasillo guiados por Wherynn, que ante sus súplicas había acabado conjurando un lumos pese a que ella se orientaba perfectamente sin luz.

- ¿Qué has hechizado sus pasos? ¿Pero cuando..?
- ¿Habéis oído eso? -dijo su amiga, que había oído ruido de piedras contra el suelo- ¿No ves que yo estoy en todo? No me fío un pelo de los Sly, sabía que nos la iban a armar... -suspiró Wherynn.
- Me parece increíble que no estés en Ravenclaw... -la admiró el chico.
- Ya... vuestra sala común es una pasada ¡pero qué se le va a hacer! El sombrero escoge. 

Las risas del joven quedaron interrumpidas al poco por Thäis, que señaló unas rocas hechas pedazos en el pasillo.

- ¡Mirad! ¡Hay sangre en las piedras! -exclamó.
- Alguien se ha dado un buen coscorrón, parece... -observó Wherynn.
- ¡Ssshhh! ¡Ahí está! -señaló el chico.
- Nox.

Desde la oscuridad contemplaron a Sÿl, que decía algo sobre una varita maldita, el poder y que Slytherin acabaría con todos sus enemigos.

- Pobre, sin nadie que comparta sus frases épicas... -se enterneció el Ravenclaw.
- ¿Qué? Como sea, ¡Vamos a reducirla! ¡Cubridme!
- ¡No!

Wherynn saltó del recodo justo en el momento en que Sÿl abría un hueco en el muro tras pronunciar un hechizo que parecía magia negra y un esqueleto le tendía una varita de madera negra, larga y fina y complejamente trenzada.

- Ébano, unos... 36cm, pesada, inflexible, probablemente con núcleo de Thestral, Rougarou, cuerno de basilisco o algo por el estilo... ¿Qué? -dijo el Ravenclaw mientras la otra lo miraba alucinada.
- Buenos días, Monsieur Ollivander... -ironizó Thäis.
- Yo leo. La Varita Maldita...
- Me da igual, solo quiero saber si va a hacer explotar a Whers, para defenderla y eso.
- Pues podría...
- Genial... -se lamentó Thäis - ¡Expe..!
- ¿¡Estás loca!? -le tapó la boca con la mano el chico- ¿Quieres explotar tú?
- ¡Jajá! -gritó Wherynn como si  hubiese pillado a Sÿl haciendo una travesura.

Sÿl cogió la varita y la neblina desapareció de sus pies.

- Volvemos a vernos... -siseó.
- Otra vez la voz de heavy malote... No me das ningún miedo, cuca.

La Gryffindor no pronunció ninguna palabra e hizo explotar uno de los muros, que lanzó sus escombros hacia donde estaban escondidos el chico y Thäis.

- Vale... reconozco que eso si me ha dado un poco de miedo, es impresionante... -miró Wherynn.
- La Varita Maldita lleva esperando siglos ser encontrada... deberías leer con más atención los libros de la biblioteca... -arrastró las palabras su amiga.
- Sí, si, la Varita Maldita, madera de ébano, 30 y pico centímetros, núcleo malo malo, forjada en los fuegos del infierno... Me lo sé, gracias, yo misma te lo enseñé.
- ¿Soy la única que no conocía esa varita'? -se quejó Thäis mientras se limpiaba polvo de encima.

El Ravenclaw la miró con expresión obvia y asintió. 

- Tus amigos me molestan... será mejor que se vayan... ¡Desmaius!

Thäis cayó en brazos del Ravenclaw, que logró rescatarla justo antes de que se diera contra el suelo. La depositó con cuidado en él y salió de su escondite.

- ¿Cómo has... lanzando un hechizo sin apuntar? -preguntó su amiga, soprendida.
- La Varita... -empezaron Sÿl y el Ravenclaw a la vez-  No, por favor, continúa -la invitó caballerosamente el Raven.

Wherynn sabía que lo hacía para ganar tiempo y creía que sabía por dónde iba los tiros...

- La Varita Maldita es la más poderosa y antigua del mundo, hace sombra a la mismísima Varita de Saúco, que parece un juguete para niños en comparación... Y no me harás perder tiempo con esos ardides, sé perfectamente lo que planeáis, os conozco.

- Hogwarts, hogar de freakies desde tiempos inmemoriales... Y oye, disculpa, una cosa es que nos intentes matar o lo que sea y otra que te adueñes de mis palabrejas... Eso me ha dolido tía... 
- ¿Os estáis riendo de mí? -se enfureció Sÿl escupiendo veneno hacia su amiga. La innata rapidez de ésta junto con la inteligencia ágil de su amigo lograron que el veneno de Sÿl se volviera contra ella y aturdirla por un instante.
- ¡Aparta esa cosa de ella pero no la toques! -advirtió Wherynn al chico. 

Demasiado tarde. El esqueleto que había dado la varita a Sÿl había vuelto a despertar y constreñía al Ravenclaw, que se quedó sin aire por un instante. 

- Será... posible... ¡Bombarda! -dijo Wherynn tratando de apuntar a la cabeza del esqueleto. Su puntería no falló y el esqueleto salió despedido hacia atrás. 
- ¡No queda más remedio!

El chico sacó la botellita de Felix Felicis y se bebió todo su contenido de un solo trago.

- ¡Hala, bruto! -exclamó Wherynn. Su amigo comenzó a sonreír ampliamente, creó un aura de protección a su alrededor y sin que nadie se lo esperara lanzó un hechizo a Sÿl que le inmovilizó la mano y los labios cerrados y le arrebató la Varita. Tras tocarla, la oscuridad pareció adueñarse de él y sonriendo como un demente se fue del pasillo tras lanzarle un beso a Wherynn, alejándose en la oscuridad riendo como un loco.

- Vale... tengo a un tío lleno de suerte que ha perdido la cordura con una varita destructora y se ha llevado el antídoto, a la pirada que escupe veneno y a la desmayada... Demasiado para mi sola... -suspiró. 


Dedicado a Sylvia, ¡feliz cumpleaños bollín!

2 comentarios:

Sÿl dijo...

Tú sí que sabes sacarme sonrisas por mi cumple. Tenías razón, es genial!!! Me ha matado el momento "pobrecilla y que no haya nadie para escuchar su frase épica..." Voy a tener que ponerme seria con lo de escupir veneno jajaja. Mil gracias de veras!!

Wherynn dijo...

Me lo pasé pipa escribiéndola! :D