24 enero 2017

Egyptian Visions

El amanecer teñía con su luz rosa y anaranjada el cielo del oasis de los perdidos. Akinom no podía dejar de sonreír por lo ocurrido la noche pasada y estaba deseando poder vislumbrar en el aguamanil cuáles serían los siguientes pasos de su "prometido" y los de su hermano... Y por supuesto, poder compartir la alegría de Kârmne cuando les torturara con sus encantamientos y pócimas secretas. Sin embargo, una sombra oscura cruzó su mirada. Sabía que tenía otros enemigos en Imlan que no descansarían hasta destronarla, pero no permitiría que aquello pasara.

- Buenos días -saludó Ark-los tomándola por la cintura de espaldas y depositando un tierno beso en su hombro -llevo buscándote un buen rato -dijo cariñosamente.
- Lo siento, sabes que adoro los amaneceres, y en este oasis son realmente espectaculares.

Ark-los contempló con sus ojos castaños a los nómadas que recogían agua y dátiles y seguían pareciendo ajenos a su presencia.

- ¿Realmente se encuentran aquí? -preguntó a su reina. Ella solo volvió a sonreír enigmáticamente.


La sacerdotisa confiaba en que su señora no consultara el aguamanil durante la noche porque aquello se le había ido de las manos. Había logrado detener a Hahsuc para que no partiera en su búsqueda inmediatamente al caer la tarde y había habido una fuerte discusión entre sus criados y los sirvientes de Akinom, pues todos querían ir a buscarla. Como no podía contar su plan a nadie hizo de mediadora y antes de que se diera cuenta, y como esperaba, Hahsuc desapareció. En ese sentido, todo bien. Sin embargo, aunque logró convencer a los criados de que no le siguieran porque era un experto guerrero y el amor verdadero le guiaría -ni siquiera ella misma creía que hubiera podido pronunciar esas palabras sin poner ninguna mueca extraña-, Berthal se puso fuera de control. Tomó el palacio y declaró a Am-näir su bella consorte -según sus propias palabras. Como no encontraba a Horus, hizo encerrar a los sirvientes de la reina por sus propios criados, que a estas alturas le tenían miedo y temían su locura, al igual que los criados de Akinom, que se dejaron encerrar ante los atónicos ojos de la sacerdotisa, que optó por permanecer a la espera tratando de ingeniar alguna manera de acabar con aquella locura. Por otra parte de alguna forma, inexplicablemente, aquel viejo criado que Akinom no tenía en gracia había logrado convencerle de que era su hijo hechizado por... Si, la sacerdotisa.

- ¿Cómo una sacerdotisa va a poder hechizar a un dios y cómo va a ser Horus este hombre, que ni es faraón ni es nada? -había dicho. Mal escogidas fueron sus palabras. Berthal se puso a chillarle como un demente que dejara a su hijo en paz y Kârmne le amenazó con invocar a Seth, dios del desierto y los pueblos extranjeros para que hiciera daño a su hermano. Después siguió una discusión absurda sobre que Seth era su hermano, que no sabía nada de ese mortal que ella llamaba Hahsuc y que Neftis le traería una terrible maldición.
- ¡No oséis levantarme la voz, sacerdotisa maldita! ¡Por el poder de mi hermana Neftis la maldición de la oscuridad y las tinieblas caerá sobre vos! ¡Id a buscarla!

El criado bobo fue a buscar a alguna joven que pudiera hacerse pasar por Neftis mientras reía malignamente. Por fin podía tomar el palacio junto a aquellos extranjeros y vivir una vida llena de lujos, como siempre había deseado.

- Deberíamos encerrar a la sacerdotisa también, mi querido esposo y hermano. Solo nos traerá problemas -dijo Am-näir, muy contenta en su nuevo papel.
- ¡Sabía que eras una traidora a tu señora! ¡Nunca debió confiar en ti! -gritó Kârmne.
- No sé de qué habláis, sacerdotisa. Yo soy Isis, la Gran Maga, la Gran diosa madre, la Reina de los dioses...
- ... fuerza fecundadora de la naturaleza, y diosa de la maternidad y el nacimiento, ¡a mí vais a hablarme de nuestros dioses! ¡No seáis blasfema, Am-näir! O seréis vos quien reciba un castigo divino... -siseó la sacerdotisa.
- ¿Cómo osáis..?

Se acabó. Kârmne lo volvió a hacer. Le dio un puñetazo a Berthal tan fuerte que le rompió la nariz mientras el joven chillaba y lloraba como un crío.

- ¡Habéis golpeado a un dios! ¡Moriréis por esto! -sollozó enfurecido.

La sacerdotisa aprovechó la confusión para escabullirse a su cámara, donde guardaba otras pociones que le vendrían bien en aquel momento. Am-näir salió corriendo tras ella en cuanto notó su ausencia -ya que estaba consolando a "su esposo" y la sacerdotisa la enfrentó cuando se encontraron.

- ¿Quieres recibir un puñetazo tu también? -le preguntó Kârme con los puños listos.
- ¡Sois una salvaje! ¡Solo quiero ser reina o irme de esta corte de locos!
- Corred, el desierto os espera.

La criada miró el vasto y oscuro desierto de arena que se extendía hasta el horizonte iluminado por la luz de la luna y dio un paso atrás. No podía volver a su pueblo, donde sería esclavizada u obligada a casarse con algún viejo sin poder. Y temía perderse en aquella inmensidad...

- Lo que suponía. ¡Vamos!

Kârmne le inmovilizó los brazos y se la llevó a rastras hasta donde estaban encerrados los sirvientes de Akinom tras obligarla a beber una poción para silenciar su voz. Sabía que aquella criada podía escribir, por lo que advirtió al resto que no hicieran caso de nada que les dijera pues habían comprobado con sus propios ojos que era una traidora a la reina. Las criadas de confianza prometieron guardarla y Kârmne les sonrió. Eran buenas jóvenes y no se dejarían engañar. Después fue hasta sus aposentos y cogió dos pociones para ir al encuentro de Berthal.

No estaba. El joven no se encontraba ya en el pasillo que lo había abandonado y había apagado parte de las antorchas para que la oscuridad reinara en la estancia. No le importó y supuso que lo había hecho con ayuda de su "querido Horus". Sin embargo, había dejado un pequeño rastro de gotas de sangre que parecían conducir a los jardines o la sala del trono.

- Esto no puede ser... mi señora va a matarme. Tengo que encerrar a ese par de lunáticos y deshacerme de ellos lo antes posible. ¿Cómo puede estar este sitio tan lleno de traidores? Las intrigas no deberían prosperar en la corte de mi reina bajo mi...
- ¡For the back dooor! -oyó susurrar a una voz ahogada en la lejanía. ¡Ajá! Una de las pocas frases que solía pronunciar aquel individuo. Kârmne se acercó sigilosamente al lugar donde había oído la voz y vio al criado y a Berthal, que tenía un gran trapo cubriéndole la nariz, tratando de penetrar en uno de los baños privados de su señora. ¡Sería degenerado!
- ¡Deteneos! -gritó.

El sirviente trató de huir pero Kârmne lanzó las dos pociones que portaba en su túnica al suelo cerca de ellos. Los cristales estallaron en mil pedazos y el líquido que se derramó soltó un vapor que ambos respiraron para caer dormidos casi al instante. Kârmne se había cubierto con su túnica, y cuando vio que el vaho se había despejado, tomó por los brazos al hombre y le arrastró hacia el baño.

- ¡Pesa una tonelada! -farfulló.

Miró alrededor pero no vio ninguna bañera en la que poder dejarle boca abajo para que se ahogara, y rió ante su propio pensamiento macabro. Solo era una mala persona, pero no merecía la muerte... al menos aún. Y ella no era una asesina. Le tapó la boca con un trapo sucio que encontró y le maniató con otro para después dejarlo encerrado. Si tanto le gustaban los baños, iba a disfrutar un montón. Luego tomó en brazos a Berthal y se dirigió a la pirámide que habían erigido en nombre de Akinom.


Akinom y Ark-los regresaron a la pirámide tras desayunar unos dátiles con almendras. Los amables nómadas no les veían y dieron un paseo descubriendo las maravillas de aquel lugar tan único.

- Tiene algo especial que no soy capaz de describir... jamás había visto nada igual en mis viajes -admiró el joven consejero.
- Es un lugar mágico, ya te lo he dicho. Entiende el desierto y la magia, existe y a la vez permanece oculto...
- Estás tan hermosa cuando te pones misteriosa...
- Jajaja, gracias. Eres muy galante. Deberíamos regresar, quiero saber cómo va todo en Imlan y si Hahsuc ya ha partido en mi búsqueda.

Cuando volvieron a la pirámide y consultaron el aguamanil se quedaron muy satisfechos, especialmente la futura reina. En cuanto su mano tocó el agua vio a su prometido en el desierto, caminando por la arena con una brújula sin rumbo en busca de alguna pista que pudiera revelarle el paradero de su amada.

- Maldito desierto... Si no deseara tanto quedarme con el reino no me esforzaría tanto por ninguna mujer, por deseable que sea.

Los jóvenes enamorados se miraron mutuamente, Ark-los con expresión de disgusto y Akinom alzando una ceja.

- Hahsuc se ha perdido en el desierto, pero viaja solo... es una buena señal -dijo. Encontrará este oasis porque así está destinado...
- ¿De verdad? No parece digno de tal belleza... -contestó el joven mirándola y sonriendo.
- Oh, ya verás... Pronto aprenderá que ha escogido a un enemigo peligroso...
- ¿Tú? No me cabe la menor duda, mi reina -respondió Ark-los besándole la mano. ¿Y qué mas nos muestra el aguamanil?

Akinom pasó la mano por el agua y vio a todos sus criados encerrados y a los sirvientes de Hahsuc y Berthal moviéndose con libertad por el palacio buscando a su amo.

- ¿Pero qué...?

La joven removió el agua y vio a Kârmne, que había dejado a un Berthal dormido y con la nariz ensangrentada  encima de un altar en su pirámide. La sacerdotisa le curaba la herida con poca delicadeza y Akinom se dio cuenta de que probablemente el joven estaba desmayado por alguna de sus pócimas.

- Vale, no entiendo muy bien qué ha podido ocurrir pero al menos Berthal está en la pirámide...
- ¿Y ese atuendo tan raro? Parece Osiris...
- Si, Kârmne tiene unas ideas muy originales. Veamos... 

La señora de Imlan continuó observando detalles y su sonrisa se hacía cada vez más amplia.

- No todo va según lo previsto, pues mis criados deberían tener el poder sobre Imlan, pero confío en Kârmne -dijo con voz segura. Además ha quitado de en medio a Am-näir, una de mis principales enemigas...

Ark-los sonrió disimuladamente y Akinom le dio un pequeño golpe cariñoso.

- Lo mejor está por llegar... cuando Hahsuc alcance este oasis...


Dedicado a Mónica, ¡feliz cumpleaños, rúnica!

15 enero 2017

Much Ado About Nothing

Epílogo

Todo había sucedido muy rápido. La vuelta a Edymbrä, el improvisado viaje a Gläsgôw, los traumáaaticos actos que habían tenido lugar allí y que no iba a poder olvidar por muchas pociones o galletas adormilantes que se tomara... Maldito Slâazar y su amante, estúpida maga, benditos Nêither, Gvÿ, Eomer y Jason... Había hecho auténticas amistades en aquella aventura, de las que nunca se pierden ni olvidan... Bueno, del brujo ya era amiga, y por eso precisamente hubiera deseado que la hubiese dejado arrancarse los ojos para no ver ciertas cosas que su sensible alma no estaba preparada para asumir...


Niree estaba echada en el sofá de su casa con las tetas en las manos (porque ella curraba, las tetas ya se las tocaba después) recordando todo lo ocurrido. Si, TODO. ¡Argh! Incluida la casa de ensueño de la Barbie maga y... ¡¡arghh!!

- No pienses en ello, no pienses en ello -se repetía- ya pasó, nunca más volverás a verlo ni tener que oír su voz, habéis jurado un hechizo para ignoraros por completo y no volverá a tu vida... La guitarra de Jonas, digo, Jason, está a salvo... ¿Cómo sonará la voz de Gvÿ? ¿¿Y por qué estará calvo del flequillo??

La brujita estaba perdida en sus pensamientos con los ojos cerrados y no se dio cuenta de que se había quedado dormida mientras fuera de su casa unos copos de nieve comenzaban a caer dulcemente cubriendo el jardín.

- Miradla, qué hermosa está mientras duerme... -suspiró Nêither.
- Si, cuando no saca el genio y te empieza a dar collejas... -se quejó Jonas.
- Tú la provocas, y lo sabes... Nunca debiste aliarte con Slâazar para "conseguir su amor", todo este circo es culpa tuya...
- ¡Yo no sabía que tenía tantas queridas! Ni que me iba a traicionar rastreramente robándome mi más preciada posesión -dijo acariciando cariñosamente su guitarra azul.
- De todas formas deberíamos compensarla, se ha portado muy bien con nosotros y ha sido muy amable...
- Hombre... -dijo con voz dubitativa Jonas.
- ¡Ya me entiendes! Vamos a hacer una excursión mientras no nieve demasiado para cazar y coger bayas y hacerle una estupenda cena.
- Sí, y luego le contamos el pequeño problemilla con el hechizo de Slâazar... -puso cara de ir a recibir coscorrones Jonas.
- Bueno... eso ya es otra historia, nos ocuparemos de ello a su debido tiempo.

Y así, juntos, Nêither, Jonas, Eomer y Gvÿ se fueron a agasajar a la brujita antes de volver a meterla en líos...


Fin.

Dedicado a Irene, feliz cumpleaños.

09 enero 2017

Luna (Arctic Myths)


// Sentir la aurora boreal era una sensación única... Entre el firmamento cuajado de estrellas y el frío hielo polar... La nieve rodeaba el paisaje escarchado confiriéndole una belleza sobrenatural... Las frías aguas reflejaban las tonalidades del cielo en su movimiento eterno y su eterna quietud... Una unión espiritual entre el cosmos y la inmortalidad, anhelada desde los albores del tiempo por los seres que vivían en su esfera... // A través de todas las épocas y en todos los lugares del universo se conocía la leyenda de Aurora y Bóreas, los dos amantes del cielo, cuyo amor cruzaba las fronteras del tiempo hallando la iluminación que solo juntos podían alcanzar más allá del tiempo y del espacio, de las constelaciones y los secretos de la creación, de los misterios de la eternidad y los enigmas de la oscuridad y la luz en una dualidad perfecta que no pertenecía sino a ellos dos, destinados a estar juntos... Pero la perfección no existía en el firmamento en el que habían querido profesar su amor  durante siglos y los ojos que les contemplaban crear las luces del norte nunca les entendieron... // En la antigüedad su amor celestial se veía como un augurio negativo a pesar de su hermosura sin igual. Aurora y Bóreas tenían una hija, Luna, que se teñía de colores y se eclipsaba con los planetas y el Sol provocando augurios aún más oscuros. En aquellas noches el frío era más intenso, el cielo se despejaba y la nieve relucía reflejando a los amantes y su retoño, al igual que lo hacían las aguas. Y los mitos sobre el zorro ártico, que rozaba con su cola las montañas provocando chispas que se convertían en luces en el cielo, o las ballenas que pintaban las auroras con sus chorros de agua, e incluso las almas de los muertos que ascendían al cielo comenzaron a narrarse por todo el frío norte. // Los santuarios de hielo en honor a Aurora, Bóreas y la Luna comenzaron a erigirse por las tierras heladas, pero la Luna siempre fue el más venerado por su hermosura, su brillo y su presencia omnipotente en el firmamento. Las tonalidades de sus predecesores fascinaban a sus descendientes en la tierra, pues la Luna y el Sol tuvieron allí sus retoños, que heredaron los bellos paisajes de hielo. Y los oscuros augurios fueron olvidados en el misterio de la luminosidad de aquellas luces místicas que iluminaban la noche con su fulgor y que hacían brillar las estrellas y todo lo que abarcaba su frío manto de claridad. Y las noches y los días se hicieron eternos en las diferentes épocas del año para que la Luna y el Sol pudieran custodiar a sus hijos de hielo de los espíritus malignos que vivían ocultos en el frío del norte... // Y en la antigüedad se perdió el culto a la Luna porque los espíritus malignos con su poder hicieron que sus santuarios se llenasen de calidez. Sus voces trajeron consigo ignorancia y pérdida de sabiduría. La realidad se convirtió en leyenda y luego en mito. Los seres de hielo olvidaron a Aurora, Bóreas, la Luna y su consorte el Sol. Pero las luces del norte siguieron brillando en las oscuras noches árticas... //


Dedicado a Toñi, por su genio y sinceridad.

01 enero 2017

The Lost Tales III


Tale III: The Priestess of Avalon

Mi tercera vida comenzó en un frío lugar de Bretaña no muy alejado de las nieblas que ocultaban la sagrada isla de Ávalon...

Cuando era niña fui escogida como sacerdotisa por las hermanas supremas para ser instruida sobre la Magia y los Dioses... Ávalon se convirtió en mi hogar y allí fue donde aprendí el saber de los druidas y cómo disipar las misteriosas nieblas... Y fue a través de ellas que conocí a un guerrero que se perdió en el lago una noche en busca de su espada... Vio mi rostro y yo vi el suyo, y el amor nació al instante, pero tuvo que ser olvidado entre las brumas... Años más tarde, durante los rituales de Beltayne, entregué mi virginidad al macho rey, un hombre enmascarado... Y aunque era un rito sagrado no podía dejar de pensar en aquel otro joven...

Aquella noche, después de yacer con el desconocido, le retiré la máscara violando los preceptos de las hermanas. Se trataba de aquel joven al que había amado en secreto desde hacía años y que no podía olvidar. Despertó y me quité la máscara, y su sonrisa me lo dijo todo sin decir nada, porque el también me quería y deseaba desde el primer momento en que se cruzaron nuestras miradas. Nos unimos de nuevo en una danza sin fin que mostró todos nuestros sentimientos prohibidos sintiendo que nos conocíamos desde siempre. Y ese fue nuestro error, amarnos durante los fuegos sagrados donde los sentimientos no tenían lugar y donde los rituales estaban por encima de nosotros y nuestros deseos...

Las sacerdotisas de Ávalon me desterraron de la isla sagrada y él fue condenado al exilio. Pero antes de vivir una eternidad alejados de nuevo preferimos la muerte escogida. Y en el silencio de la noche, tras amarnos por última vez en esta vida, ardimos con el fuego sagrado hasta quedar reducidos a cenizas...


Continuará...

Heartgram

Tras dibujar el círculo de tiza delineó en su interior un pentáculo con forma de corazón. En cada punta dispuso velas de diferentes colores: negro, púrpura, azul, amarillo y blanco. Con un suspiro, las encendió con sus poderes dejando que sus llamas fuesen la única fuente de luz en la estancia, de modo que extinguió el fuego de las antorchas que la iluminaban. La luna creciente brillaba tenuemente a través de las vidrieras rotas y pudo sentir cómo los espíritus del castillo se removían inquietos. No querían regresar a su mundo...

Una figura de una bella joven apareció ante sí mirándola con sus ojos oscuros.

- ¿Requerís ayuda, mi señora? -preguntó amablemente.
- Ödyhn...
- Los dioses quieren que selléis el velo... Cada vez tenemos más poder y no todas las ánimas que vagan por vuestro castillo son buenas... -dijo con un escalofrío.
- Yo no he invocado a seres malignos... -respondió a su vez Lady Blue.
- No precisan ser invocados, pueden atravesar los mundos con libertad... No cerréis los ojos, mi señora...

Lady Blue dejó fluir su visión remota y entendió. Los espíritus comenzaban a tener demasiado poder y no sería capaz de unirlos a su aquelarre bajo su voluntad porque algunos no lo deseaban. Y sin revelar su secreto...

- Vuestra soledad escogida no debería haberos llevado a rasgar el velo, con todos mis respetos, mi señora... -musitó tímidamente la joven acariciando el cristal de su cuello.
- No temo a la soledad -mintió Lady Blue- y yo no la he elegido, ella me eligió a mi. Soy la reina de este lugar porque ellos me maldijeron por ser diferente, especial, única... -murmuró pensando en las gentes del pueblo.
- No podemos permanecer en este mundo por más tiempo porque nuestros caminos se difuminan... Deseamos regresar al pasado que no existe, a un presente que no nos pertenece... Nuestras mentes quieren volver pero no encontramos nuestros anhelos y... -volvió a acariciar el cristal, esta vez con más fuerza.
- No digáis más. Lo entiendo.
- Yo desearía quedarme con vos... -susurró la joven acariciándole la mejilla con su mano nacarada. Sêdnä sintió frío y cómo los dedos de la joven se deslizaban por su piel. Aquello no podía ocurrir o...

Dejándola a un lado, fue en busca de un cofre que tenía en la sala lleno de especias, flores secas y abalorios de diferentes piedras. Los puso en los lugares adecuados del círculo mientras el espíritu permanecía flotando inmóvil en el aire y se volvía más corpóreo por momentos.

- Tan solo un instante en la eternidad... -susurró Ödyhn.

La joven se perdía en su visión remota contemplando las estancias del castillo. Templarios alzando sus espadas contra paganos, alquimistas buscando ungüentos y pócimas con las que hacer sus experimentos, damas cortejando con apuestos príncipes antiguos, escritores moviendo sus plumas frenéticamente tratando de captar la esencia de los muros en pergaminos imaginarios... Los ecos de las melodías de los bardos y las voces de las sacerdotisas con sus cánticos en lenguas olvidadas hacían que sus pensamientos vagaran hacia aquella joven que la miraba mientras trataba de armonizar todos los elementos para el ritual.

Cuando lo tuvo todo dispuesto se situó en el centro del círculo, del universo, y cerró los ojos. La bruma nacarada del castillo se quedó inmóvil por un instante para después fluir hacia la reina desde todos los rincones. La joven cerró las puerta de su mente y se concentró en las letanías del pergamino.

- Ëryal nünive âlmae synx; ëryal nünive âlmao synx; ëryal nünive älmae synxt...
- Sêdnä... -susurró Ödyhn.

La estancia comenzó a desdibujarse y unas puertas de cristal de bruma aparecieron ante sí. La niebla nacarada se encontraba ahora en la sala del trono y trataba de penetrar en el pentáculo sin lograrlo. Ella era más fuerte que los espíritus, reina gótica del castillo de las ánimas, no podían hacer nada porque ella les había invocado...

- ¡Ëryal nünive âpturiam súnem, ëryal nüniva fyxuriäm hömen!

Las puertas del más allá se abrieron y Lady Blue permaneció con los ojos cerrados, pues ningún mortal, ni siquiera ella, tenía el poder para mirar en su interior sin perderse para siempre. Percibía sus auras y cómo entraban por las puertas, algunos en contra de su voluntad. Seres malignos que jamás debieron pasear por su mundo. Algunos trataban de resistirse y dañarla, pero estaba a salvo dentro de pentáculo y no escuchaba sus voces y susurros amenazantes. No les temía.

Las puertas se cerraron, y se desvanecieron en el aire. Lo supo porque ya no podía sentir sus espíritus y la soledad y el silencio se habían adueñado del castillo.

Lady Blue suspiró. Quería saber más, hablar con ellos, pero rasgar el velo había sido una auténtica locura. Que ambos mundos se tocaran y se encontraran tan cerca solo podía ocurrir en Samhain, y ella había desafiado a las leyes de la vida y la muerte... Recogió el pergamino y lo leyó. Realmente le extrañaba que hubiera sido tan sencillo sellar el velo... Miró las palabras y a su alrededor. El vacío se había apoderado de todo, incluso de ella...

Sin que lo esperara, su cuerpo quedó inmóvil, como poseído por una extraña fuerza. No sabía describir la sensación de frío y calidez que se extendía en su interior y abrió la boca en un grito silencioso. De ella salió una niebla nacarada que tomó una forma plenamente corpórea.

- ¡Ödyhn! -exclamó la reina con un deje de terror en su voz.

- No es tan fácil sellar el velo, mi señora... os lo advertí... no todos los espíritus que vagan por su castillo son puros y yo me he quedado para protegeros y guiaros desde vuestro corazón...

- ¿Qué..?

Antes de que pudiera hacer nada, una bruma nacarada comenzó a extenderse desde el suelo por grietas invisibles que se resquebrajaron hacia las paredes y el techo. Los espíritus vengativos había regresado de su encierro en el más allá.


Dedicado a Sedna, ¡feliz cumpleaños guapísima!