28 diciembre 2017

Sanctuary Knights

"La Madre Diosa es la Emperatriz de la Naturaleza, Reina de las Aguas, Soberana del Fuego, Monarca del Aire, Señora de la Tierra, Majestad del Metal y Alteza de la Madera..."

- ¡Cuántos títulos iguales para decir "reina"! -exclamó Orav. Thÿowin le ignoró.

"Rige los fluidos, gobierna las llamas, preside los vientos, domina los terrenos, regenta los minerales y lidera los árboles..."

- ¡Y cuántos sinónimos! Aunque el de "árboles" para la madera no ha quedado muy allá... ¡Ay! -exclamó cuando su maestro le dio una colleja.
- ¡No me interrumpas! La disciplina es clave en un guerrero. Y el buen hablar, la elocuencia, son esenciales -terció.

A Orav le costó callar cuando volvió a oírle decir equivalentes, pero guardó silencio.

...

"Es la Diosa Primigenia, La Gran Madre, venerada desde tiempos inmemoriales cuando nuestros ancestros habitaban en cuevas. Podemos encontrar representaciones suyas en cavernas y su adoración fue la primera sobre la tierra. Pero su culto fue olvidándose cuando las religiones politeístas, animistas y panteístas cobraron fuerza en los corazones de sus siervos. Sin embargo, siempre será la Diosa Original, la creadora de todo".

El hombre hizo una pausa dramática que no pareció impresionar en absoluto a su joven discípulo.

- Entendido... -dijo Orav titubeante, esperando que continuara.
- No lo entiendes. Ella es Él. Ellos. Todos.
- Ajá...

Orav se ganó otra colleja.

- ¡Nada de "ajá"! La tierra impera sobre todo. Debes aprenderlo.
- ¡Eh, "imperar", otro...! Nada, nada, me callo... -dijo rápidamente ante la mirada inquisitiva de su maestro.
- No sé si será buena idea enseñarte, no te lo tomas en serio. Y la Diosa nunca debe ser tomada a la ligera, es la que otorga los poderes a sus hijos. Y puede maldecirles.

El niño le miró con ojos grandes y brillantes. No quería ser maldecido. El maestro sonrió complacido al ver que parecía haber captado su atención.

"La Madre Diosa creó varias razas de seres mágicos para llenar su mundo de magia y diversidad. Aquellos seres fabulosos se dividían según los puntos cardinales, los elementos del mundo y el poder de la alquimia primitiva..."

El pequeño no sabía si Thÿowin erraba al narrar su historia o su propia juventud no le permitía apreciarla en todos sus matices. ¿Qué tenían que ver los puntos cardinales y los elementos? ¡Oh, eso había sido muy profundo! Ya empezaba a reflexionar como un verdadero guerrero.

- "... las princesas del agua: ninfas, ondinas, nereidas, náyades y, sobre todo, las Oceánides..."

Se había perdido en sus pensamientos y fantasías. ¿Pero realmente qué le importaba todo eso? ¡Él quería luchar y aprender el noble arte de la guerra! 

"... Urania, Hipo, Clímene, Rodea, Calírroe..."

¿Y de todos modos, de qué le servía la mitología grecolatina para ello? ¿Para impresionar a los enemigos con sus conocimientos?

"... Perseis, Yanira, Acasta, Pléyone, Jante..."

No se lo podía creer, pero realmente le apetecía ir a la escuela para dejar de escuchar aquello. Así no aprendía nada y quería hacer algo que requiriese más energía.

- ¿Me estás escuchando? -preguntó Thÿowin viendo que Orav le miraba con fijeza pero parecía completamente ausente.
- ¡Si! Yanis, Casta, Pléiade, Jade... 

Thÿowin entrecerró los ojos y Orav se sonrojó ligeramente.

- ¿Puedes nombrarme un ser mágico de cada elemento? -preguntó.
- Aún no los hemos dicho todos... -dijo el niño, seguro de acertar en eso.
- Quiero saber qué puedes decir al respecto.
- Ehmm... -titubeó Orav- De agua las nereidas. De aire... ¡sílfides! De tierra... Hespérides. De fuego, ¿salamadras? ¡No, dragones, dragones! ¿Qué me falta? ¡Ah..! de metal... no sé, y de madera... pues las dríadas o ninfas de los árboles...
- Tu comprensión de los seres feéricos debe ser amplia y rica. Todos son valiosos para nuestros fines, todos pueden ser íntimos aliados en la lucha. Sin una mente bien amueblada solo serás un joven que da golpes a diestro y siniestro y no entiende nada sobre los dones que le han sido concedidos. ¿Entiendes a qué me refiero, pequeño? -explicó el maestro.

Orav asintió, meditabundo. Él prefería lo de los golpes y la batalla, pero suponía que sería importante entender ciertos puntos sobre la magia. Ciertos, que no todos, como aquel maestro pretendía enseñarle. Aunque era verdad que su conocimiento le impresionaba un poquito. Pero nunca lo admitiría.

- Los lobos son una raza noble e incomprendida con bellos poderes y alma pura. 
- Sí, son muy bonitos. Y fuertes -coincidió Orav.
- Su magia, bien empleada contra el enemigo, puede ser mortal y devastadora -siguió.

Al niño le brillaron los ojos. ¡Quería proteger a la aldea!

- De modo que tendrás que emplearte a fondo si quieres entender todo sobre esta noble estirpe a la que ahora perteneces y no dejarles en ridículo. Estás destinado a ser un gran guerrero pero tendrás que madurar mucho antes de conseguirlo. 
- Soy joven, puedo lograrlo -afirmó el pequeño, convencido de su potencial.
- Así lo creo. Ve a la escuela, se hace tarde. Pronto volveremos a reunirnos y espero que estés más abierto a aprender.
- ¿Y todo esto? -preguntó Orav señalando las ramas que harían las veces de espada, el arco y las dianas.
- Pronto. Habrá mucha parte física, no te preocupes. Incluso acabarás agotado y suspirando por las lecciones teóricas.
- ¡No lo creo! Me gusta la acción.

Thÿowin sonrió. Aquel pequeño tenía mucho espíritu.

- Mañana te prometo una lucha encarnizada entre los dos y quizá alguno de mis amigos lobos.

El niño puso una cara peculiar, mezcla de entusiasmo y miedo, lo que hizo que Thÿowin soltara una enorme carcajada.

- ¡Tranquilo! No sufrirás ningún daño, pero también has de entender cuán horribles y poco prometedoras son las guerras y lo importante que es evitar los conflictos. Se pierde mucho más de lo que se gana.
- La gloria es eterna -dijo el pequeño con gesto altivo.
- Tu nombre escrito en piedra para toda la eternidad no significará nada para los seres queridos que te pierdan. Créeme. Estar vivo es todo un don.

Aquel hombre era demasiado filosófico, pero suponía que con el tiempo le comprendería y estaría de acuerdo con él. De momento solo quería sacar tripas.

- Gracias, maestro Thÿowin. Me encanta su visión del mundo y lo que le rodea -dijo tratando de ser bueno. 
- Me alegra oírlo. Pero eso no acelerará el curso de los acontecimientos ni que te de una espada real.

El niño se enfurruñó y Thÿowin volvió a reír. Quién iba a decir el gran hombre en el que se convertiría aquel protestón.


Dedicado a Álvaro, ¡feliz cumpleaños neno!

27 diciembre 2017

Chuqui illa

Una cascada de agua comenzó a manar de varios salientes en la roca que se encontraban fuera de su alcance. Viracocha reía enloquecido y relataba profecías sobre las aguas y su poder destructor a voces, lo que no les permitía concentrarse para intentar buscar una solución. Pichu estaba enfadado y preocupado. ¿Cómo saldrían de esta?

- No has visto muchas películas sobre arqueología, ¿Me equivoco? ¡Nunca debes presionar palancas misteriosas! -gritó al joven.
- ¡Pi, pi, pi! -corroboró su amigo pokémon. 
- Bueno, entonces siguiendo la estela de las pelis, deberíamos buscar otra palanca que solucione este entuerto -dijo la arqueóloga que le caía bien, aunque ya no tanto. 
- ¡Claro, como si esto fuera una peli! -exclamó Pichu.
- Pero acabas de decir...
- ¡Buscad una roca con forma especial, o un significado secreto en algún muro, ¡Algo! -la interrumpió con voz de Sméagol y un cierto deje desesperado.

Los arqueólogos de la expedición se pusieron a rebuscar por todos lados pero no encontraron nada. El agua comenzaba a cubrirles por encima de las rodillas y Viracocha seguía con sus augurios apocalípticos.

- ¿Alguien puede callar a ese lunático? ¿Otro calcetín, quizá? -propuso uno de los chicos.
- ¡Tratad con respeto a vuestros dioses o su ira caerá sobre vuestra estirpe!
- Mi linaje no da para mucho... créeme... -dijo otro de los jóvenes.
- ¡Aquí!

Pichu se dirigió a un pequeño altar de sacrificios que había pasado desapercibido hasta entonces, donde su pequeño amiguito daba saltos de felicidad y parecía muy contento. 

- ¿Qué es esto, pequeñín? -preguntó cariñoso- ¡Oh! ¡Mirad esto!

Detrás del altar había un panel de roca y cuando Pichu lo tocó, éste se giró dando paso a una hermosa composición de un chamán adorando a los dioses, representado con vivos colores cálidos y tonalidades de la naturaleza.

- Esto representa a la Serpiente Emplumada y solo el chamán posee la luz de la sabiduría, que se simboliza con esta luz de aquí... -señaló a la parte derecha del panel.
- Encantador, pero jefe, el agua empieza a cubrir la cintura...
- ¡Sí, sí! Debemos buscar una especie de puertecita como ésta de la luz...
- ¿Cómo? -preguntó otra chica.
- No sé, tal vez como... ¿esto? 

Pichu calcó en una de las piedras, pero no ocurrió nada. Las arqueólogas comenzaron a tocar las piedras de alrededor hasta que una de ellas dio con otra palanca, que bajó sin consultar ninguna opinión. El agua empezó a caer con más fuerza y de más agujeros.

- ¡Solo los dioses y chamanes poseen la luz, los insensatos mortales perecerán bajo el diluvio! -gritó Viracocha, ufano.
- ¡Que yo soy de tu corte de Amautas! ¿Recuerdas? ¿Y qué hemos dicho de tocar cosas? -dijo Pichu a la chica, entre irónico y molesto.
- ¡Tú lo ibas a tocar de todos modos! ¡A mi no me eches la culpa! -chilló ella, un poco histérica.
- ¡No sé nadar! -confesó uno de los chicos atemorizado viendo que el agua ya le llegaba a las axilas.
- ¡Se me moja el móvil! -gritó otro.
- ¡Tú súbete en algún sitio y todos con el móvil en alto, como hago yo! -ordenó Pichu- ¡Que a mí ya se me acabó la garantía!

El arqueólogo con el calcetín en la boca rodó los ojos. ¿Cómo podía ese Pichu ser tan estúpido?

- ¡Mirad lo que hace Pichu! -gritó una de las arqueólogas.

Todos miraron hacia Pichu, que tenía el móvil en lo alto y por un momento se sintió ridículo, aunque claramente era el más listo de todos.

- ¡No él! ¡Él! -señaló la chica.

El pokémon saltaba por las paredes sirviéndose del relieve irregular de las rocas y presionaba suavemente con sus patitas por encima de las mismas, consiguiendo que los chorros de agua se detuvieran en su totalidad.

- Mediador entre las aguas y las fuentes de población... Digo... las fuentes de población y las aguas... -murmuró Pichu. 
- ¡Sigo sin saber nadar! -gritó el chico de antes, literalmente con el agua al cuello.
- ¡Y yo sigo diciendo que te subas... aquí por ejemplo! -sugirió Pichu señalando al altar con el móvil.


Las cascadas de agua dejaron de fluir de los muros y los arqueólogos se miraron unos a otros, completamente empapados y cubiertos de agua casi en su totalidad.

- ¡Bien hecho, Pichu! -alabó Pichu al pokémon, que sonreía con la mirada.
- ¿No sería cosa de sacarle el calcetín de la boca? -preguntó una de las chicas fijándose en el arqueólogo listillo- a ver si se va a ahogar...
- No creo...
- ¡Me podía haber ahogado! -corroboró el joven cuando se vio liberado de su atadura.
- ¡No seas dramático! Tú mismo te lo has buscado cuestionándome todo el rato... -respondió Pichu con poca amabilidad.
- ¡Los dioses infligirán su castigo a los..!
- ¡Qué siiiiiii! -exclamó la chica que se hacía pasar por Pacha Mama- ¡Lo hemos entendido! ¡Basta!

Viracocha guardó silencio aunque todavía parecía trastornado con sus ojos dorados.

- ¿Y cómo abrimos la puerta de la cámara?
- En pársel, naturalmente -respondió Pichu, muy tranquilo.
- ¿Qué?
- ¡Oh! Perdonad, estaba distraído. Hallando la luz. 

El arqueólogo que le caía mal puso un gesto sarcástico pero se guardó sus comentarios.

- Me refiero al panel, no me miréis así -aclaró Pichu- Lo dice bien claro.
- ¿Puede tu amiguito encontrar esa luz? -cuestionó uno de los chicos.
- Veamos. ¿Pichu, puedes encontrar esto? -señaló Pichu por debajo del agua al pokémon.
- ¡Pi, chu! ¡Pichu!

El animalillo saltó por los muros y se acercó a uno de los salientes de agua en la roca. Olisqueó por la zona y trató de ojear dentro de la oquedad.

- ¿Qué demonios hace?
- ¡Más respeto a Chuqui illa, el relámpago! -volvió a gritar Viracocha.
- Por una vez le doy la razón -asintió Pichu. Si confiárais más en él...
- ¡Pi!

Pichu se detuvo cerca del panel, frente al rostro de uno de los nativos, que parecía un chamán con ojos de esmeralda. 

- ¡Mirad eso! Se parece al tipo del panel... ¡Ya está! ¡Tenemos que buscar un nativo como ese con ojos de ónix! ¡O de azabache!

Los arqueólogos se miraron entre ellos cuestionando una vez más la posible demencia de su jefe.

- ¡Ojos oscuros, ojos negros! ¡Como él! -señaló al panel.

El grupo se puso a inspeccionar cuidadosamente las paredes hasta que uno de ellos dio con un nativo muy semejante al del panel principal.

- ¡Este se parece! ¡Tiene ojos de roca negra!
- Roca, roca... es turmalina, inútil -dijo Pichu en voz baja con su tono de Sméagol -¡Lo ha encontrado! ¡La luz debe andar cerca!

Efectivamente, a una distancia similar del chamán se encontraba una piedra reluciente cuyo brillo se desdibujaba bajo el agua, pero indudablemente dorada.

- ¿Y qué es lo que significa?
- ¿Alguno de vosotros ha sido mayordomo alguna vez?

Nadie respondió, sin entender a qué podía referirse el loco de su jefe.

- Solo lo decía para romper la tensión... -comentó con ligereza Pichu, que a pesar de todo seguía dándole vueltas a quién sería el traidor- Esto... bueno, voy a pulsar en la lucecita a ver si...

La Sala Brillante, como la había bautizado, resplandeció con un brillo cegador aún más acusado debido al agua que les dejó sin visión por unos instantes. Lo único que notaron con certeza era cómo el agua bajaba de nivel y un fuerte sonido a rocas se oía en la lejanía. 


Dedicado a Javier, ¡feliz cumpleaños Pichu!

25 diciembre 2017

Merry Xmas

¡Feliz Navidad a todos!
Un año de buenos recuerdos, maravillosas aventuras y nuevas experiencias, y sobre todo, ¡mucho amor!


Dedicado a mis amigos, mis fieles tesoros.

19 diciembre 2017

The Quintessencial Wraith











Año 2009 D.C. Parque Azëbera.

Por fin estaba de regreso en su propia época. Wherynn miró al cielo, donde unas nubes grisáceas se arremolinaban presagiando tormenta. ¿Cuándo había empezado a confiar en aquel Nöh? ¿Podrían cambiar el futuro?

- ¡¡¡Whers!!!
- ¿Srynna?
- ¡¡Wherynn!! ¡Está viva!

El Nöh la miró profundamente, hizo una reverencia y comenzó a alejarse con una ligera sonrisa.

- Piensa en lo que te he dicho...

Wherynn no podía pensar. ¿Cómo se le ocurría?

- ¡¡Whers!! -Srynna apareció entre unos árboles y se abalanzó sobre ella dándole un fuerte abrazo.
- Has estado con tu amiguito el Nöh -dijo Jeanpo con voz acusadora. No podía culparlo. 
- A ver... como os lo diría...
- Vamos al campamento, ¡empieza a llover! -chilló Srynna tirando de ambos.
- No volverá a las tiendas hasta que cambie la piedra de sitio -terció Jeanpo.

La joven se sintió muy ofendida.

- Soy el Mapa Cósmico. ¿Crees que Thöw me confiaría sus secretos si no fuera digna de confianza? ¿Qué me dejaría saber dónde está la piedra y protegerla de los Nöh?
- Incluso los grandes magos pueden equivocarse... -susurró el guerrero.
- No conmigo.

Sus palabras quedaron silenciadas por un trueno.


La tormenta estaba siendo más fuerte de lo que ninguno esperaba. El viento había logrado derribar la tienda de Jeanpo, que se refugiaba junto a las chicas en su tienda roja. No parecía que fuera a detenerse en breve y la tensión se respiraba en el ambiente.

- ¿Y bien? ¿Qué te ha contado tu novio?
- Vamos, no seas crío. Está de nuestro lado.

Jeanpo bufó, incrédulo.

- Creía que eras más fácil de engañar que eso... es decir, ¡más difícil!
- No voy a justificarme, pero sé lo que hago. Todo irá bien.
- ¡Claro, yo confío en ella! -dijo Srynna- ¡Nos ha traído magia!
- Si no me crees, quizá sería bueno invocar a Thöw y pedirle discretamente su opinión... -sugirió Wherynn sin saber cómo iba a decirle la verdad sin ponerlos en peligro.
- Perfecto. Srynna, haz los honores.

La chica pronunció una extraña retahíla de palabras y al punto Thöw apareció fuera de la tienda. Corrió la cremallera y Srynna dio unos pequeños grititos al notar las frías gotas de lluvia en su rostro.

- Mis disculpas, señorita.

Mirándolo en profundidad, Thöw compartía rasgos con su hermano. Si bien su nariz era más fina y su cabello más claro y ondulado, sus ojos profundos y sus labios carnosos no dejaban lugar a dudas. Era igual que el Nöh, aunque posera mucho de su padre mago. Thöw se dio cuenta de su mirada y Wherynn solo sonrió. La miró como él lo hacía y dejó que viera algunos de sus pensamientos. Empezaba incluso a resultarle atractivo...

- Me extraña que me hayáis invocado en el preciso instante en que me disponía a venir a veros. Quería contaros los últimos hallazgos sobre los Nöh. 

El guerrero miró significativamente a su amiga, que le ignoró por completo.

- Están tratando de invocar a la Quintaesencia para acabar con sus enemigos...
- ¿Lo más puro y lo más perfecto? ¿Cómo? -se asustó Jeanpo.
- Me he perdido... -murmuró Srynna quedamente. 
- Tierra, Agua, Aire, Fuego y Éter. La Quinta Esencia -dijo Wherynn- muy medieval todo...
- En Cosmología, la Quinta Esencia es una energía de vacío... -empezó el mago.
- ¡Como un agujero negro! -interrumpió Srynna.
- No, al contrario. Actúa como un campo repulsivo que expande el universo -explicó Wherynn.
- ¿De qué habláis? ¡Dejaos de modernidades! -elevó la voz Jeanpo.
- ¿Mitología? Vale, Éter es un elemento más puro y brillante que el aire, ocupa una región por encima del cielo, viene a ser como la atmósfera... 
- ¿Y tú como sabes tanto? -preguntó Jeanpo.
- Yo leo. 

Srynna soltó una carcajada recordando una serie de TV y logró que Jeanpo se enfureciese. 

- ¿Y qué van a hacer los Nôh con eso?
- ¡Cuándo lo pronunciarás bien! -se desesperó Jeanpo.
- ¡Qué me olvides! Cuéntanos, Thöw -pidió Srynna.

El mago miró a Wherynn por un instante y esta juraría que le guiñó un ojo.

- Destruir, obviamente. Cuando el cielo se derrumbe sobre la tierra solo el Mapa Cósmico, la Reina de la Destrucción y el Guerrero podrán salvar este mundo. Junto a un poderoso mago.
- Tú. 

Todos miraron a Wherynn, que se arrepintió de sus palabras.

- Quiero decir... Tú, quién si no... No conocemos muchos magos por esta época y eso...
- Wherynn se está aliando con los Nöh -dijo Jeanpo.

La joven se sintió traicionada.

- No lo creo... El Mapa Cósmico nunca nos traicionaría.
- ¿Y yo soy la Reina de la Destrucción? -preguntó Srynna, orgullosa de si misma.
- No, lo soy yo si te parece, y tu el guerrero... -se burló Jeanpo. 
- Si que estoy con un Nöh... el mismo que nos dejó la nota de la ardilla cotilla.

Thöw se pudo inmediatamente en pie haciendo que la tienda se balanceara violentamente. Ninguno se había dado cuenta de que la tormenta había cesado y el viento solo susurraba entre los árboles.

- Cuéntamelo todo.

El mago se había puesto muy serio y Wherynn le desafiaba con la mirada.

- Nunca. 

Jeanpo le dio un codazo a Srynna. No era tiempo de bromear.

- Me refiero, Wherynn es perfectamente confiable. El Nöh buenorro solo nos da pistas... -comentó Srynna.
- ¿Qué? -preguntó Thöw, entre confundido y furioso. 
- A ella. Les vi hablando. Esta muy, muy potente... ¡Se parece a ti! 

La joven se quedó sin respiración por un instante.

- ¿¿Nos viste juntos?? -cambió rápidamente de tema.
- Para que luego digáis que soy dramática y no se guardar secretos... -presumió la chica.
- ¿Quién dice eso? ¿Qué pasa? -Jeanpo se enfurecía más por momentos. 
- ¿Se... parece a mi..? -musitó el mago.
- ¿Thöw..?

Nunca le habían visto tan vulnerable. Miraba por doquier como si tratase de ver más allá de la tienda, en su mente y en el exterior al mismo tiempo, como si acabara de descubrir o entender algo de suma importancia. 

- Habla con tu abuelo...

El mago la miró intensamente y un escalofrío recorrió la espalda de la chica. Realmente nunca se había dado cuenta del poder hipnótico de sus ojos.

- Ve al conciliábulo, tienes que saber... tienes que entender...
- ¿Qué sabes tú? -preguntó con un cierto tono amenazador que le pareció sexy. Realmente estaba perdiendo el norte. ¡Maldito Nöh!
- Tu solo ve y así podré demostrar que soy digna de confianza para todos. Espero no estar equivocándome, errar sería fatal...
- ¡Qué épico! -suspiró Srynna, que no se enteraba de nada.
- Voy a ir, porque uno... No perdáis de vista la piedra y si la Quintaesencia apareciera, invocadme. No podéis enfrentarla solos. Tú te vienes conmigo -dijo cogiendo a Wherynn de la mano.
- ¿Qué? ¿Yo?
- Si conoces a ese Nöh tendrás que decírselo al gremio. Quiero que veas por ti misma lo que los Nöh serían capaces de lograr con un Mapa Cósmico en su poder.
- ¡A mi no me amenase! -se revolvió ella- ¡Que confíes en mi!
- ¡No es por eso!
- Ve, Whers, será lo mejor para todos. Conoce a esos hechiceros y cuéntaselo todo.
- ¡Cambiaremos el destino! -se maravilló Srynna pensando en hazañas épicas y mágicas.
- No, os olvidarán en cuanto os conozcan, como vosotros olvidaréis a vuestros... ¡Vamos! 

Sin que pudiera hacer nada y escuchando los gritos de asombro de Srynna, los dos se desaparecieron.


Wherynn contemplaba su mano en la oscuridad. Nunca se había fijado con detalle en todas las constelaciones y líneas que la sangre marcaba en su palma y que guiaban los designios de aquella aventura en la que se habían metido sin buscarlo. ¿Cómo habían llegado tan lejos siendo los elegidos?


- Abre los ojos y guarda silencio.



Dedicado a Jeanpo, ¡feliz cumpleaños neno!

05 diciembre 2017

Somnus

El silencio reinaba en la estancia como si se tratara de uno más de los sueños que vivía cada noche. Ëdpôr no sabía cómo plantear aquella delicada cuestión que desafiaba toda ley onírica y comenzaba a arrepentirse de haber acudido a su padre. De revelar sus pensamientos sin poder realmente dilucidar qué podría ocurrir. 

- ¿Y bien? -continuó Hipnos.
- Padre...

No podía. No quería. Prefería descubrirlo por sí mismo y pronunciarse sobre sus propios deseos sin tener que involucrar a ningún otro ser, nocturno o diurno, dios o mortal. 

- Me... preguntaba si... ¿Por qué los Oniros no podemos aparecernos a los reyes? Es una cuestión que siempre me ha perturbado.

Bueno, tampoco era mentira. 

Hipnos le contempló silencioso y tomó en sus manos la rama de la que goteaba rocío del río Lete. 

- De todos mis hijos, siempre has sido el más curioso. El más especial.

Ëdpôr guardó silencio y le miró fijamente.

- Morfeo, Fobétor y Fantaso son los únicos que tiene ese duro cometido, como bien sabes, pues los reyes han de escuchar sus sueños y recurrir a su sabiduría para gobernar sus pueblos y así alcanzar la gloria y la grandeza.

El Oniro sintió un escalofrío. ¿Estaría Tánatos cerca?

- No existe ninguna razón especial para que mis otros hijos no sean capaces de descubrir esa terrible verdad subyacente en los sueños. La libertad del inconsciente humano no es tal, como bien sabes, pues nosotros regimos sus visiones nocturnas desde la noche de los tiempos.

Hipnos guardó silencio y miró a su hijo.
No le había respondido, en realidad.

- Entonces... ¿Qué hace especiales a esos tres Oniros por encima del resto?

Solo quería acabar aquella conversación y regresar ante las dos puertas.

- ¿Sabes el por qué de la existencia de los portales de cuerno y marfil? 

Hipnos preguntó mirándole largamente como si supiera qué meditaba aquella noche. Ëdpôr no respondió y solo le devolvió la mirada mientras sentía otro escalofrío. 

- Las puertas pertenecen al Érebo desde siempre, desde antes que nosotros existiéramos a pesar de ser eternos. En el origen de los tiempos.

El Oniro suspiró de forma casi imperceptible. En ocasiones aquellos seres hablaban de formas misteriosas y densas, como en los propios sueños. No se sentía parte de ellos.

- En una ocasión, Hera me prometió la mano de una de las Cárites, Pasitea (tu madre) si dormía a Zeus. Y recurrió a mí a través de Iris para que adoptara la forma de Ceix y en sueños me presentara a su mujer y le explicara su muerte. Endimión recibió de mí el poder de dormir con los ojos abiertos para así poder nunca perder de vista a su amada, Selene... 

Hipnos se movió en su cama de plumas rodeada de negros cortinajes y Ëdpôr no pudo evitar mirarle confundido. ¿Qué tenía que ver todo aquellos con su falsa tribulación? ¿Era un pobre pretexto para contarle sus últimas batallitas?

- No entiendo, padre... -se atrevió a murmurar.
- Con todo esto pretendo decirte que los designios de los Oniros son complejos y cada uno tiene su cometido. No se nace siendo rey, sino que se hereda. Y vosotros heredáis una misión crucial en la vida de los hombres.

¿Era impresión suya o seguía haciendo circunloquios?

- Gracias. Me habéis aliviado -sería lo mejor para acabar- vuestro tiempo me es grato.
- Puedes acudir a mi siempre que lo desees, hijo mío. Como ya he dicho, tu eres el Oniro más especial de todos. Despídete de Tánatos al regresar.

Ëdpôr se sintió en el deber de hacer una pequeña reverencia a la que su padre sonrió y salió de la estancia en penumbra. 

- ¿Tánatos..?

Lo encontró a la puerta del palacio de oscuridad con su tea en mano. Cuando le miró, su escalofriante presencia le hizo sentir mariposas negras en la mente. Nunca sabía cómo describir aquellas sensaciones. Quizá porque su antorcha invertida le infundía un terror más allá de lo humanamente concebible. 

- Cumplo el destino de las Moiras.

¡Oh, no! ¡Más batallas!

- Mi señora de la Isla de los Bienaventurados, hija de Hades y Perséfone, entiende mi destino.

No le apetecían genealogías. No entendía los pensamientos que aquel ser le provocaba.

- ¿Tal vez una pequeña reunión familiar donde aliviar tus dulces pensamientos? -susurró Tánatos con una oscuridad tan densa que por un instante su mundo se nubló.
- No entiendo...
- Ningún Oniro ni ningún otro ser ha anhelado los deseos prohibidos de tu mente. Ni mis hermanas en su violencia...
- ¡Basta!

Tánatos le provocaba un miedo atroz, un pánico que estrangulaba su alma. Silenciar sus palabras no parecía la mejor idea, pero en realidad aquella vez no tenía ninguna buena idea, al parecer. Figuras retóricas, sí.

- Eres diferente, Ëdpôr. Lo sabes... -le dijo Tánatos con una sonrisa retorcida y estremecedora- y me temes tanto como los simples mortales. ¿Por qué, si no puedo dañarte?
- Soy... sensible. 

Ambos se miraron, Ëdpôr tratando con dificultad de no apartar la mirada y ponerse a salvo de sus inquisidores ojos. ¿Leía su mente acaso? ¿Podría evitarlo si así fuera?

- Portas sueños lúcidos... y quieres portar mentiras reales, y verdades falsas. Pero eso es lo que haces siempre, dar una realidad que no es cierta a tus escogidos. ¿Por qué cambiar eso rompiendo el equilibrio?

No entendía cómo podía saber todo aquello.

- ¿No vas a responder? -cuestionó su voz oscura.
- No sé qué responder. Ni qué pensar, a decir verdad...
- Las verdades, como he dicho, no son tu punto fuerte... -dijo Tánatos moviendo siniestramente su tea, lo que le ponía nervioso sin razón.
- ¿Puedo retirarme? Me esperan en el mundo onírico... -titubeó Ëdpôr.
- Aún en ocasiones los dioses han de juntarse y decidir el destino de la humanidad... Y tu peligrosa y atrevida idea me intriga... ¿Por qué no cuestionar a los otros y después hacerlo?

Un trato con Tánatos, que le extendía su brazo... El último que creía que le entendería y el último a que le pediría nada ¿Se atrevería con tal de seguir sus sueños?


Ëdpôr le estrechó la mano sintiendo su oscuridad. Alea jacta est. 



Dedicado a Pedro Soares, ¡feliz cumpleaños filósofo!

01 diciembre 2017

Deitys of Astralia II


Deimos

La niebla cubría todo lo que me rodeaba pero sabía que podía encontrar la llave del umbral en mi interior. Con voluntad busqué en mi corazón y lo abrí. La puerta de nubes era mística como la niebla que la creaba. Y tras el misticismo se encontraba un hermoso castillo. La piedra y el cristal brillaban iluminando sus misterios y las estaciones se sucedían mientras me acercaba a su pórtico... Era una antigua catedral cubierta de hiedra y flores. Las vidrieras relucían con el sol y vislumbraban arco iris con la lluvia. Y en su interior brillaba una de las piezas del puzzle que buscaba con anhelo en mi eternidad en Astralia...

Cuando la tomé entre mis manos vi que era una piedra preciosa formada de varias gemas diferentes que pertenecían a lo más profundo de los sentimientos. Los ancestros venían con esa piedra y su custodia sería el poder supremo para encontrar el resto de piezas y encajarlas en el puzzle de la existencia...


Continuará...

24 noviembre 2017

Viking Aurora (II)


El sonido del mar rompiendo en los acantilados tenía un efecto relajante en el bosque donde llevaría a cabo el ritual. Sangre de demonio mil veces torturado Era un lugar sagrado para los druidas, donde las sacerdotisas se unían a la naturaleza y la Madre Tierra y veían el más allá. Piedra de jade, conexión con el Iluminario ¿Cuándo había comenzado la lluvia y el fuerte viento? Llévate al espíritu que maldijo a mi vástago con la sangre enemiga a su eterno descanso...

El viento amainaba en el bosque, pero nada ocurría que detuviera la tormenta irreconciliable. ¿Había perdido sus dones la noche de los fuegos? La naturaleza no se equilibraba en armonía con su ofrenda mística. ¿Acaso los dioses le habían negado su infinita sabiduría? Tomó el amuleto entre sus manos y acarició su piedra marrón. ¿Tendría que destruirlo para luego sacrificarse? La lluvia cayó con fuerza y el sonido del océano le susurró las palabras: maldita por siempre tu estirpe de impuro linaje...


The end.

19 noviembre 2017

Viking Aurora (I)


Nacerá un día de invierno El templo brillaba a la luz del crepúsculo de la sacerdotisa más poderosa con su silenciosa belleza de mármol consigo traerá la muerte y la deshonra La mujer se tocaba con suavidad el vientre sabiendo sangre y cielo lo que yacía impuro en sus entrañas... del rey vikingo que murió en el averno La semilla del guerrero enemigo sin descendencia ni miedo que venía a emponzoñar la tierra con su herencia...

Sus hermanas no podrían enterarse jamás de la verdad. Los fuegos de Beltayne eran su más sagrada tradición. Rosa, sándalo, jazmín y ámbar en el rocío de la noche para atraer a los buenos espíritus y la Madre Tierra. En lugar de ello, invocó a un antiguo rey vikingo que escapó del umbral entre los mundos para dejar su marca en su seno inocente para que su estirpe viera un nuevo amanecer en la tierra que a él le había sido negada por los guerreros druídas... 

Nacerá un día de invierno
consigo traerá la muerte y la deshonra


End part I

13 noviembre 2017

Liebe ist Rammlied

Mi ser de Astralia llegó con una gran sonrisa a mi vida. En realidad, con unos globos en forma de flecha de cupido... 

*La oscuridad era tan profunda que los sentidos permanecían silenciados y serenos en su interior. Con una serenidad perdida tiempo atrás que parecía irreal, utópica, tan etérea que podría fragmentarse en un suspiro. No quería que se rompiera el silencio del universo ni oír su bella melodía...

Mi ser de Astralia sí. Quería iluminar todo mi universo, y lo hizo con su sonrisa en un instante, una tarde fría de diciembre. La primavera que había olvidado brotar en mi ser aquel año llenó de flores mi interior con una simple mirada pura y llena de alegría. Con una preciosa sonrisa. La oscuridad no tenía sentido a su lado, un ser de Astralia tan perfecto y atractivo. Todo en su ser era magnético y desde el instante en que su mirada se posó sobre mí me hizo brillar. Recobré todo el fulgor que siempre había relucido en mi interior y éste comenzó a ser descubierto incluso en mi físico, donde un pequeño hoyuelo en mi mejilla apareció después de años perdido. El hoyuelo de las sonrisas eternas.*

Mi ser de Astralia trajo consigo un amor incondicional que yo no conocía. La suerte y el destino estaban de mi lado cuando me dio la mano para no dejarme volver a la oscuridad, que ya solo quedaba en mis escritos. Es mi inspiración, mi voluntad, mi príncipe azul. Un sueño hecho realidad que ha cumplido mis sueños más allá de lo que jamás imaginé. Mi luz, mi sonrisa, mi roomie, el que confía en mi y me recuerda mi grandeza cuando se me olvida. El que no quiere dejarme ser negativa ni volver a la oscuridad. Mi pieza de puzzle y mi piedra angular. 

Mi ser de Astralia cuyas flechas de cupido le consiguieron una princesita como nunca había soñado pero siempre había deseado.


Dedicado a Cris, mi amor verdadero. 

01 noviembre 2017

Deitys of Astralia I


Luna

Las nubes cubrían todo con su nívea neblina cuando abrí los ojos tras el Umbral de Luz... La Galería Oscura yacía detrás sin significado, borrando recuerdos y abrazando el olvido en su eterno misterio de silencio... El Génesis comenzaba en aquel mundo de nimbos abstracto lejos de todo lo conocido y anhelado tiempo atrás... Y como siempre sola, desprovista de todo y queriendo nada, adelante, siempre adelante, a ninguna parte...

Mi Astralia era hermosa, muy hermosa, el mundo más bello jamás imaginado por ningún ser mortal. Nuestros sentidos no la percibían en todo su esplendor, bella y cautivadora, siempre áurea en su génesis prístino. Las nubes comenzaron a disiparse y pude ver fragmentos de aquel maravilloso universo que florecía con vida propia por sí solo. Y del Todo apareció un puzzle que no encajaba en la bella Astralia porque carecía de todas sus piezas... 

La neblina desapareció y me senté en ese hermoso mundo a recomponer las piezas de aquel puzzle roto... Ámbar, turmalina, amatista, magia, orígenes de una creadora divina que había perdido su creación... El tiempo era relativo en Astralia y no había destino que no recorriera una eternidad, por lo que un ser inmortal no temía tardar miles de años en recomponer aquella perfecta composición... 

Y yo no temía recorrer la eternidad en busca de las piezas perfectas... 


Continuará...

28 octubre 2017

Kiss the Void

Los vientos de cristal le guiaron hacia una hermosa isla rodeada de niebla. Las brumas eran muy densas y no podía vislumbrar en su interior. 

No podía vislumbrar en su interior.

No

¿Qué ocurría? El veía lo mismo que ella, siempre. Desde otra perspectiva, pero siempre lo mismo. ¿Por qué solo veía el océano rompiendo suavemente contra la orilla y no el interior de aquel lugar? ¿El viaje solo había reflejado sus sentidos más profundos?

Cerró los ojos tratando de percibir con el corazón y mágicamente se hizo la visión. Los trinos de los pájaros, el susurro del viento en los árboles y las olas... Se guiaría por sus sentidos en su busca.


Paseaba por la playa disfrutando de un paisaje que él no podía ver. En algún momento sus pasos dejaron de oírse en la arena y los sintió orientándose hacia la espesura del bosque, que parecía llevar al interior de la isla a juzgar por el ramaje y la espesa vegetación. Podía tocar flores y bayas, y la naturaleza era tan salvaje y gloriosa que apenas podía avanzar, pero sentía las runas de su mano brillando y abriendo el camino. Las mismas runas adornaban los árboles y sus símbolos le aportaban calidez a la niebla. 

Sentía que aquella joven perdería algo esencial si proseguía. Aquel pensamiento le detuvo por un instante, pero ella seguía hacia el interior de la bruma y no podía dejarla sola. No podía abandonarla a su suerte. Era su guía. Las runas se iluminaban ante su incertidumbre. ¿También tendría aquella rara sensación de irrealidad?
Las hojas resplandecían mientras sus pensamientos se oscurecían sin motivo... Temía que la belleza vacía del lugar la engañase para querer descubrir sus más profundos secretos y su terrible verdad... No podía controlar su recién descubierta pesadumbre, la maldición se la llevaría consigo y ni siquiera parecía presagiarla... pero él sí. No quería eso para ella.

Däyn llegó cerca del último árbol que tenía tallado una runa y sin que lo esperara ella se giró. Le miró a los ojos y su corazón se paró un instante, pero descubrió que ella solo veía la niebla. Había perdido la visión. Miro hacía el árbol y volvió a caminar hacia la profunda Nada. ¿Qué hacía?

Entonces lo sintió. Una fuerza oscura que atraía negatividad como un agujero negro. La niebla parecía aún más densa y las runas de los árboles se habían apagado. ¿Qué significaba? ¿Qué veía ella, que parecía encantada? Entendía que su personalidad atraía a la oscuridad en busca de iluminación, pero aquello era un craso error... Quiso gritarle, quiso apartarla, guiarla hacia la verdadera luz y la interpretación de sus runas... Oía el mar rompiendo contra el acantilado. No creía que la joven entendiera qué era aquella isla y por qué estaba allí. Ni que su viaje no acababa en aquel lugar maldito a donde no pertenecía y que él conocía muy bien. La bruma cubría cada vez más el paisaje y vio como la joven miraba el acantilado. ¿No veía lo que ocurría? ¿Qué aquel palacio que contemplaba no era el castillo digno de una princesa, sino una prisión? El ente oscuro no dejaba de mirarla y ella sonreía. No entendía por qué no leía las runas de su mano y veía que no era su ser o que ilusión obnubilaba su juicio para no huir. La horrísona cadencia de su alrededor dolía al oído, ¿y no era ella una amante de la música? No era su sino, nunca habría soñado eso ni debía olvidar la auténtica magia. La miró, a punto de errar en la isla que la maldeciría un tiempo, sin poder volver atrás.

Tenía que guiarla a la luz y a su verdadero destino.


Dedicado a Dani, ¡feliz cumpleaños escritor!

18 octubre 2017

The Ivy Wood


(Eres mío en el silencio)

Cuenta una vieja leyenda que en el Bosque Hiedra
se iluminan con la luz de las estrellas..
Cuenta una vieja leyenda que hadas y ninfas
con sus hechizos a todos los cautivan..
Y cuenta una vieja leyenda que en lo más remoto
de aquel Bosque existe una bella flor de oro..
Dice la vieja leyenda que quien se la encuentra
cae presa del conjuro... y erra..
Cuenta una vieja leyenda que pierde el camino
y nunca jamás encuentra.. su sino..
Y dice la vieja leyenda que la Bruja Negra
empozoña su tierra...

...

Era una antigua doncella de la corte
bella y silenciosa, aristócrata y noble
sangre de bruja, maldita ondina y dulce adivina
una flor delicada que perdió su inocencia muriendo en el Bosque...

...

Su funeral fue una tarde ominosa
la marcha fúnebre lenta y triste por su espíritu...

.

Cuenta una vieja leyenda que abrió los ojos
y se despertó convertida en reina..
Dicen que vive en el Bosque muerta y ha perdido
la belleza y sentido en el más allá...

Dulce espíritu
Por Siempre

Cuenta una vieja leyenda que el Bosque de Hiedra
embruja en las noches de luna llena..
Cuenta una vieja leyenda que el espíritu de la joven...

El Bardo guardó silencio y se retiró cuando su señora le dispensó del salón. La mujer había perdido a su hija por la maldición de la Bruja Negra hacia ya algunos años por esa época y el otoño siempre le recordaba a ella... Su noble linaje estaba condenado desde que se había descubierto que su vástago tenía poderes que no provenían de los cielos y los dones del altísimo...

Las sacerdotisas trataron de llevársela. Las ninfas quisieron secuestrarla. Los elfos pedían su mano. Para las brujas su don no era pagano... La magia la consumía en su interior, quería liberarse y regresar al Bosque. Por eso un día sus pasos la llevaron a ese lugar, donde había de terminar para empezar... La encontraron las ondinas, tratando de acabar con su vida. La recogieron y la cuidaron, la acogieron y la honraron. La joven no se sentía especial, su don era una maldición... abominable. Ella solo quería reinar y vivir en libertad y armonía con la naturaleza que la había elegido para ser diferente en la corte... Las ninfas le contaron el secreto oculto de su estirpe. La sangre de la bruja corría por sus venas las noche de luna llena... Y si buscaba la flor de oro la brujería la abandonaría y podría regresar con su familia... Las ninfas la engañaron. Lejos se la llevaron. La flor no existía. No como ella quería... La encerró su conjuro en las fauces de lo oscuro... Perdió su espíritu, su belleza... su inocencia y su vida para convertirse en la reina del Bosque Hiedra, con las dríadas y las nereidas...

Se convirtió en la Bruja Negra, reina del bosque... por siempre jamás. Su estirpe maldita por una ondina y antigua brujería... ancestral. El silencio del Bosque se volvió su aliado secreto por culpa de las ninfas que la habían condenado... Y creó una corte de enemigos y magia tan lujosa y poderosa como la de su castillo, donde era la reina...
Cada vez se olvidaba más de su belleza y juventud porque la bruja de su interior reclamaba su don y su espíritu... Y en las noches más oscuras cuando las ninfas no la ven visita su propia tumba...

Dulce espíritu
Por Siempre

Existe una forma de liberarla de su maldición... Un auténtico beso de amor de su otro corazón, al que espera en la oscuridad del Bosque oculta al que es suyo en el silencio... por siempre.


Dedicado a Alex, por compartir un mismo amor, xdd. 

09 octubre 2017

Aphrodisiac Aphrodite

Despertarse con el sonido del mar era una delicia. Con el picoteo de una gaviota en sus pies, no. Märga abrió los ojos de golpe y espantó al pájaro, que había dejado un atún en su huida y graznaba asustado. ¿Pero qué..?

- No, ahora no... Luego, luego... 

Princesa por sorpresa murmuraba en sueños y soltaba unas risitas... peculiares... Sí, las llamaría "peculiares" en su mente, mejor. La meiga salió del refugio, se estiró y contempló el océano. Se sentía diferente, más ligera, y le dolía el cuello. Pero con una felicidad y paz interior que no era capaz de entender ni describir. ¿Tendría que ver con lo ocurrido el día anterior? Quizá simplemente con encontrarse en el bello Êdimbürgh en silencio mientras todos dormían, sin preocupaciones por el momento, sin que el alba hubiese despuntado del todo... Tal vez el brujo sin nombre le había concedido el don de la poesía...

- Ay, sí... No, no, no...

Märga rodó los ojos. Mejor se alejaba un rato mientras Princesa seguía soñando...


Cuando tiempo más tarde el Clan siniestro se despertó la meiga no estaba con ellos.

- ¿Veis? ¡La habéis espantado! -sollozó Polvo de la Galleta, que ya se veía siendo mujer durante el resto de su vida.
- Que no, que habrá ido a tomar un baño o refrescarse...
- ¿Cómo podéis saberlo? ¡Le estamos dando muchos problemas!
- Sí -coincidió Chico-chica- viajar con nosotros no ha resultado fácil por los hechizos de esa bruja, pero a partir de ahora todo irá mejor. Cumpliremos esa promesa, recuperarás tu cuerpo original y la pobre meiga podrá vivir en paz y dedicarse a sus quehaceres -le consoló.

La meiga, que acababa de llegar al refugio y no había podido resistir la tentación de escuchar a hurtadillas lo que estaban diciendo, se emocionó. ¡Eran encantadores! Soltó una lagrimilla y se la enjugó. ¡Qué chenchible estaba!

- Hola, chicos -saludó- solo estaba paseando por los alrededores, respirando el aire del océano...
- ¡Quiero mi cuerpo! ¡Ya! ¡Por favor, no puedo seguir así! -casi lloró Polvo de Galleta.
- Tú eres una meiga y ayudas a la gente... -dijo el novio de Princesa con un cierto tono crítico. ¡A ver si no eran tan sensibles como parecían!
- No pasa nada, hoy mismo resuelvo el favor de Pänsy y todos como siempre. Solo procurad que no os embrujen para no perder más tiempo... -contestó con una pizca de ironía. 
- ¡Oh..!
- ¡Ssshh! Tiene razón... -asintió El doble de chico-chica.

Tras recoger el refugio y desayunar unos bollos de almendras conjurados por la meiga aunque el Clan siniestro le rogara chocolate, comenzaron la caminata.

- No entiendo por qué tenemos que subir esta montaña...
- ¡Por favor! ¡Que solo es un montículo! ¡Un valle! Digo... ¡una colina!
- Para mí es como una cumbre escarpada... -farfulló Km3.
- Si desayunarais con más energía...
- ¿Eres meiga o..?

Märga le echó una mirada a Chico-chica, que cerró la boca al punto.

- ¡No os metáis con ella! Todos estamos agotados por tanta aventura, pero pronto acabará. Solo un último esfuerzo.

Pero qué exagerados, se nota que no están de caminar... -pensó Märga contemplando el pequeñísimo montículo que estaban subiendo cuesta arriba.

- ¿Por qué no quieres contarnos en qué consiste ese favor?

La meiga se detuvo y los amigos se pararon junto a ella, respirando con fuerza y observándola con cautela por si desataba su ira.

- Princesa...
- ¿Princesa..?
- ¡Son nombres en clave! Secretos...
- Responde.

Märga les miró uno a uno y suspiró exasperada.

- Prefiero no contároslo hasta que sea totalmente imprescindible... Lo que ocurrirá en breve.
- ¿Cuál es la razón? -preguntó El doble de chico-chica.
- Es... algo humillante.
- ¿Para todos o solo para ti? -cuestionó Princesa por sorpresa.
- Para todos, me temo... Extraño, no puedo decir más. Prosigamos.

Cuando llegaron a la cúspide, Märga les señaló el valle que se extendía bajo sus pies. 

- ¡Oooh! ¡Se parece al valle de la bruja! -exclamó Polvo.
- En parte lo es. Ese valle existe a lo largo y ancho de todo el mundo, réplica tras réplica pero cada uno tiene su propia idiosincrasia. 
- No he entendido nada... -murmuró Km3.
- Que todos esos valles son únicos y especiales aunque sean la réplica del valle de Pänsy -explicó la meiga.
- ¿Y qué tiene este de particular?
- Una flor blanca o roja llamada Ëdeweiss...
- ¿"Edelweiss"? ¿No crecen en la alta montaña?
- "Ëdeweiss", la Afrodita Afrodisiaca-matizó Märga- una flor que...
- ¡Nos estamos yendo del argumento principal! -volvió a exclamar Polvo de Galleta.
- ¡En absoluto! Cuando consigamos la flor...
- ¡Quiero, no, ¡necesito! mi cuerpo! -rugió Polvo al borde de las lágrimas.
- ¿Por qué tanto empeño?
- ¡La naturaleza! -gimoteó el chico, rindiéndose.

Ooops. ¡Ay, pobre! Märga no sabía si reír o llorar. Qué extraño que el hechizo estuviera tan perfeccionado... Ella de momento no... ¡Brrrr! Prefería ni pensarlo.

- Tranquilo... cuando consigamos esa flor...
- ¡Vamos!
- ¡Al próximo que hable cuando digo "flor" acabará probando uno de mis hechizos!

Los chicos se disculparon al unísono por interrumpirla constantemente y se dispusieron a escucharla.

- Cuando se encuentra la flor -dijo haciendo énfasis y callando un segundo para después continuar- no se puede recoger simplemente. Se requiere un poderosísimo hechizo para romper su bendición. 
- ¿Su "bendición"? ¡No será su "maldición"? ¡No me conjuréis, os lo ruego! -imploró Chico-chica.
- Está bien -rió Märga. No, tiene una bendición de las ninfas y ondinas que no permite retirarlo del valle, pero si la anulamos entonces podremos dársela a Pänsy.
- ¿Todo este rollo por una simple flor? -preguntó Km3.
- Bueno... no es solo eso... 
- ¿Qué tiene de especial?
- Pues resulta que... como os lo diría...
- Oh, oh... ¿Ëdeweiss decís? 

Polvo de Galleta parecía haber caído en la cuenta de algo de suma importancia.

- Si...
- Estamos apañados...
- ¡Dejaos de misterios y explicádnoslo de una vez! -apuró Chico-chica.
- La flor viene con una promesa de amor. Quien la libere hará que se convierta en un hombre apuesto y se enamore de una dama... Y este hombre tiene un nombre: Absalón. 
- ¿La bruja quiere un... amante?

Las risitas hicieron eco por doquier.

- No... bueno, sí... Es complicado.
- ¿Y humillante por qué? Bueno, más allá de no poder encontrar un pretendiente por ti mismo... ¿o ya se conocían?
- Es que a ver... Como os lo digo...
- Es complicado... -la apoyó Polvo.
- Muchísimo. La flor, el hombre -aclaró- a su vez está maldito por las ninfas.
- ¿Maldito o bendito?

¡Cuántas preguntas aquella mañana!

- La flor se convierte en hombre, viene con la bendición del amor eterno pero maldición por las ninfas, que han convertido a un hombre en flor.
- Un manflorita...
- ¿Quién ha dicho eso?
- Los espíritus de este valle...

Tras un instante en el que miraron a su alrededor sin ver ni sentir nada, Märga carraspeó.

- Y el hombre viene desnudo.
- ¡Uhm! -exclamó Princesa para disgusto de su novio.
- Y eso es importante por que...
- Por que... No se le puede vestir, no podemos actuar sobre él más allá de los hechizos que porta consigo.
- Surrealista... -admiró Polvo de Galleta.
- ¡Ya te digo! -corroboró El doble de chico-chica.
- ¿Y cuál es el truco? ¿Qué te ha pedido exactamente Pänsy?
- Llevarlo a su valle... 
- ¡Sin transporte! -chilló Princesa, no se sabía si emocionada o conmocionada.
- ¡Cuánto tendremos que andar! -lamentó Km3 por su parte.
- A mí me preocuparía más lo de que tengamos que ir por el mundo con Absalón... -empezó la meiga.
- ... ¡como lo han traído al mundo! -completó Polvo.
- ¡Eso, Polvo!
- Inaudito... -suspiró el novio de Princesa por sorpresa.
- ¿Entendéis ahora lo que ocurre? -preguntó Märga en un suspiro.


Dedicado a Marga, ¡feliz cumpleaños guapísima!

01 octubre 2017

Hydra

El viaje cada vez era más silencioso. Prôed, de mal humor pensando en qué tenía el otro elegido para ser considerado mejor que él por la Diosa. Lêandrö, luchando contra sus demonios y el ardiente amor que profesaba en secreto a la sacerdotisa. Y pensando en la brújula y cuando podría examinar con tranquilidad el libro de nácar para saber interpretarla. Pero sobre todo, en la hechicera... 

Prôed daba vueltas entre sus dedos al anillo de ópalos mientras cabalgaba. No entendía por qué el príncipe de los Leonîdas... 

- ¿Y esa bruma? -rompió el silencio provocando que Lêandrö diera un respingo.

Una niebla densa y opaca les rodeó repentinamente y una figura femenina empezó a formarse en ella. Los ojos de Lêandrö brillaron esperando que fuera su amada, pero la decepción se vio claramente reflejada en su rostro cuando en su lugar apareció una joven menuda y rubia de tez pálida como un rayo de luna y ojos verdes casi transparentes.

- Bienvenidos, elegidos. Las tierras de Möryew os esperan para dar respuesta a las preguntas que atenazan vuestro corazón -dijo con voz etérea abriendo los brazos.
- ¿Möryew? Pero eso está al sur... 
- Iremos con vos, señorita -sonrió Lêandrö.
- ¿Ahora vamos donde tú dices? -se molestó Prôed.
- Claro, socio, así verás que ambos somos elegidos y dejarás de estar tan serio... echo de menos a mi amigo divertido que solo montaba en Cólera, su caballo, no en ira... -dijo susurrando las últimas palabras.
- Ese chascarrillo ya está muy gastado. Está bien, iremos de todas formas, pero solo para entender las profecías y qué pinto yo aquí...
- Socio... -suspiró Lêandrö.


Desviarse hasta Möryew les llevó dos largos días en los que Prôed hablaba entre dientes y Lêandrö se perdía en sus ensoñaciones de enamorado. La noche previa a su llegada fue capaz de encontrar un rato para él cuando Prôed decidió irse de paseo a inspeccionar los aledaños -según la teoría de Lêandrö para acudir a "la naturaleza"- y por fin abrió el libro de nácar. En un principio las páginas emitieron una luz cegadora que le dejó sin visión y lo cerró de golpe.

- ¡Increíble!
- ¿Y esa luz? -oyó en la lejanía con voz de esfuerzo a su compañero. 
- ¡Nada, una llamarada del fuego! -exclamó riendo para sus adentros. Volvió a coger el libro, lo envolvió en su capa y lo abrió de nuevo. Las páginas estaban tan negras que no leía nada. Lo sacó de la capa y volvió a emitir su luz.
- ¿Otra... llamarada? 
- ¡Si! ¡Tranquilo, socio, todo bien! ¡Ánimo! -volvió a reírse con los gruñidos que contestó su amigo.

Parecía que el libro brillaba con la luz de la luna pero no era capaz de leer nada si lo cubría... ¿entonces cuál sería la forma adecuada de poder ver su contenido? Por los ruidos que oía no tenía tiempo de descifrarlo aquella noche, así que lo dejaría para después. Quizá en Möryew tuvieran la solución a la incógnita...


La noche transcurrió sin percances salvo una llamarada real del fuego, que crepitó con fuerza al contacto con algún animal que arrojó algo en él -probablemente unas hojas- y Lêandrö se maravilló con las luciérnagas que se veían en la penumbra. El heredero al trono de Nrym le ignoró y se dio la vuelta en su lecho, para desasosiego del otro. 

Al día siguiente, con las primeras luces del alba, los dos guerreros recogieron sus enseres y se dirigieron al enclave mágico en busca del templo de las profecías. No tuvieron que buscar mucho tiempo porque la sacerdotisa que se les había aparecido fue a su encuentro con una gran sonrisa y una mirada misteriosa en sus ojos traslúcidos. 

- Bienvenidos, elegidos. La Gran Señora os espera.
- ¿La Diosa? -preguntaron los jóvenes al unísono.
- Si -dijo simplemente la sacerdotisa.

Imposible. ¿Cómo iba a estar allí la Gran Diosa entre los mortales?

Siguieron a la sacerdotisa hasta el templo, donde la Suma Sacerdotisa, una anciana hermosa en su vejez, de vivos ojos castaños y cabello largo y perlado, les esperaba junto a una niña palidísima cuya tez parecía la luna y cuyos cabellos cobrizos y ojos oscuros brillaban con luz propia como el fulgor del amanecer.

- La Gran Diosa espera vuestra audiencia. Sus palabras escritas en el templo revelarán hechos de suma importancia para vuestro futuro -dijo la Suma Sacerdotisa.
- ¡Ah! -exclamó Lêandrö, que había entendido. No era la Diosa en persona, solo sus palabras en el reino mortal. Prôed no podía creer el poco saber estar de su compañero.
- Gracias, Señora. Leeremos con honor y sabiduría a la Gran Señora.
- Eso, eso. 

¿En serio? ¿Quién se creía, aunque tuviera ya tres símbolos? El señor de las tierras de Kyrien no daba crédito a su actitud ni a cómo de repente paseaba por el templo como si se tratase de su propio hogar, tocando sin pudor los muros donde la Diosa inscribía su saber. La Suma Sacerdotisa no parecía darle importancia, al igual que el resto de las hermanas. Seguro que era porque era elegido... El Elegido, no como él, que era un mindundi.

- ¿En qué pensáis? ¿Qué caviláis con tanta profundidad?

Ahora la niña le hablaba de forma elegante y enrevesada y le hacía parecer aún más tonto de lo que se sentía. Le hacía sentir más tonto de lo que parecía. Le hubiera gustado pronunciar algo hiriente pero los ojos de aquella pequeña le cautivaban y no podía odiarla. Le resultaba familiar...

- Solo meditaba antes de leer los designios de nuestra Señora. ¿Quién sois?

El rudo en ese momento era él, pero Lêandrö se subía a las rocas y salientes de las columnas buscando escondrijos secretos y no se le tomaba por iluminado. Un poco de tosquedad no haría daño a nadie y así desahogaba su frustración.

- Mi nombre no lo recuerdo, mis dones se lo han llevado...
- ¿Uhm..?
- Esta niña, a la que hemos bautizado como Enya, se encontraba perdida en la montaña cuando nuestra hermana la acogió. Era tan solo un bebé, no tendría más de dos años, y lleva con nosotros desde entonces.

Los ojos de Prôed se humedecieron. Él había perdido a una hermana, secuestrada cuando la guerra les obligó a alejar a mujeres y niños de Kyrien, hacía pocos años. A su regreso, la nodriza había relatado la historia de cómo unos hombres la habían arrebatado de su lado por la fuerza y a ella la habían... No quería pensar en ello. Miró a la niña y sonrió. "Pequeño fuego" era un nombre perfecto para ella.

- ¿Y qué dones posee?
- ¡Mira Prô! ¡Profecías! ¡Prô-fecías!

El guerrero prefirió ignorar al otro elegido y miró a la Suma Sacerdotisa.

- Los elementos no le son ajenos, su clarividencia es extremadamente fina... No recuerda su nombre pero puede ver el pasado y el futuro de los hombres, aunque no el suyo propio. Creemos que algo horrible le sucedió para hallarse abandonada en aquel lugar inhóspito, y su mente ha renunciado al dolor para salvar a otros de la desdicha.
Tanta grandilocuencia le cansaba y no estaba de humor, así que se limitó a sonreír y disculparse para ir con su compañero a ver el templo y esas respuestas prometidas a sus interrogantes.

- ¡Por fin vienes! Mira, no se entiende nada.

Lêandrö señaló a los muros, adornados de preciosos símbolos indescifrables.

- Solo las sacerdotisas pueden, no los entendidos en el arte de la guerra o los hombres comunes -explicó la niña apareciendo a su lado y tomando la mano de Prôed para su sorpresa.
- ¿Y cómo sabremos..?
- Tú no. Él sí.

Ambos se miraron. La niña solo miraba a Prôed.

- ¿Qué quieres decir?
- Nuestros corazones están unidos por la distancia. Tú eres El Elegido, solo tú te mantienes cuerdo. Bajo él -señaló a Lêandrö- pesa la marca de la muerte, del sino, de la que le roba el hálito de vida y provocará que la muerte sea tu amiga.
- No te entiendo, niña misteriosa. Habla claro -exigió Lêandrö sintiéndose ofendido por lo de que no estaba cuerdo y sin entender bien todo el resto.
- Tú sabes a qué me refiero. Su cuerpo domina tu mente.
- ¡La sacerdotisa! ¡La..!
- ¡Cállate! -bramó el príncipe- ¡No oseis insultar el nombre de mi dama!

La niña se balanceó sobre un pie y sonrió a Prôed tirando suavemente de su mano.

- ¿Ves? Es un peligro, no está cuerdo. Y sin embargo, os necesitáis mutuamente para completar la misión. Pero no sé si tú la acabarás, tus pasos lo decidirán.
- ¡Oye niña! ¡Que yo no soy un asesino!
- Elige una profecía.
- ¿Cómo?

La pequeña señaló a los muros del templo.

- Elige una profecía.
- No se leerlas. No puedo -trató de justificarse el príncipe, que por alguna razón que parecía lejos de su verdadera voluntad sentía que no debía elegir ninguna. ¿Qué le aconsejaría su hermosa señora, cuál escogería ella?
- La descifraremos para ti. Los sabios la inscribirán para la posteridad. ¿Puedes encontrar la nueva profecía de la Diosa? Elige una.

Lêandrö no sabía bien cómo hacer. Cerró los ojos, trató de inspirarse y tras dar unos pasos, escogió una corta profecía de dos líneas.

- Ahora tú.

El señor de Kyrien caminó por el templo con la niña esperándole en el punto donde la había dejado y tras mucho pensar eligió una de seis líneas.

- Mis hermanas las descrifrarán y vuestras elecciones os guiarán hacia la verdad.
- Hermanas... -murmuró Prôed mirándola.


Dedicado a Leandro y Pedro, ¡feliz cumpleaños chavales!

26 septiembre 2017

Thunder Interlude

No sabía bien por dónde empezar o qué decir. El poni achuchable le había contado una historia increíble sobre sus orígenes, suponiendo que fuera cierta... Un momento... ¿de verdad pensaba que era cierta? ¿Se lo estaba planteando siquiera? Todo era un sueño, fruto de su calenturienta imaginación...

Estúpido taxista con sus movimientos de lengua tratando de parecer sensual... ¡Agh!

 - Ëve, preciosa, ¿estás bien? 

Que el Mirón Cara Plana le preguntara eso con esa voz suya... ¿La había llamado "preciosa"? Y encima el Palomitero parecía celoso... Jajaja, no pudo evitar reírse para sus adentros y sonreírles.

- Claro... Es que el poni...
- Kelpie. Es un Kelpie. ¿Qué te ha contado esa maldita criatura? -preguntó de forma agresiva la Gorda Lesbiana.
- Bueno... preferiría que vosotros me dierais primero vuestra versión y luego si eso os cuento...
- Oh, ya está. Le ha comido la cabeza.
- Yo le comía...

El Palomitero dio un empujón al taxista y Ëve juraría que éste le había respondido relinchando. Se estaba volviendo loca... Pero desde luego ese hombre merecía una buena coz. ¡Si que estaba metida en su papel de caballo! Por algo era la amazona...

- ¿Ëve?
- ¡Ay, perdón! ¡Me he distraído! ¿Me vais a contar la historia o no?
- ¿Qué historia? -aventuró a preguntar Pini Bailón con un tono de voz sospechoso.
- Qué sois, qué hacéis aquí, por qué conmigo... -¡Oh, por qué a mi! gimió en su mente.
- Ya te lo dijimos cuando estuvimos en tu casa, somos personajes de sueños que al ser vívidos salimos de él y cobramos forma corpórea. Nada más.

La chica no se lo creía. Quería creérselo, pero no podía. Cualquiera de las dos versiones era imposible. Y eso no ayudaba en absoluto a aclarar sus pensamientos. 

- Pero es que a mi el poni...
- ¡Kelpie! -rugió la rubia zorra entrando en cólera de repente. Se hizo un silencio tenso. La bruma volvía a cubrir parcialmente el paisaje tropical, símbolo inequívoco de que el corcel andaba cerca...
- Como sea. ¿Existe el Gran Creador?

Varios de sus amigos ahogaron un grito.

- ¿De qué hablas? ¿Vas a ponerte filosófica y existencial ahora? ¡Tenemos cosas importantes que hacer! -exclamó la chica que parecía un chico.
- Pero yo...
- Le ha comido la cabeza -repitió el Palomitero sacudiendo la cabeza entristecido para dar énfasis a sus palabras.
- ¡Que a mí no me han comido nada! -gritó Ëve mirando inconscientemente al taxista.
- Actúas de forma extraña...
- ¡Vosotros si que estáis raros! ¡A que me voy con el kelpie!

Se arrepintió instantáneamente de sus palabras. La bruma cubrió su mente sin dejarla pensar y unas extrañísimas visiones pasaron a toda velocidad ante sus ojos. Parecían fragmentos de recuerdos de una vida pasada donde se veía como Pegaso cometiendo actos atroces de los que no sería capaz de hablar si alguien le preguntara. Y se veía a su vez en su vida humana, pero como si al mismo tiempo pudiera ver el Pegaso de su interior tratando de rebelarse contra todo y desafiando a ese Gran Creador del que sus amigos no querían ni oír hablar.

- ¡Ëve!


La joven abrió los ojos y se vio en su habitación. El eco de sus voces todavía resonaba en su mente. Era más feliz cuando era incapaz de recordarlos, la verdad... ¿Qué? Incapaz de recordar sus sueños.

- Mis sueños, no a mis amigos...

Se incorporó en la cama y se restregó los ojos con poco cuidado. Empezó a ver puntitos de colores y miró alrededor. Figuritas de caballos y un peluche la observaban desde diferentes ángulos de su cuarto. ¿Por qué tenía que soñar esas cosas tan raras? Incluso dudaba de que los personajes de sus sueños realmente hubieran cobrado vida. Tal vez estaba enferma y tenía alucinaciones... O estaba muy borracha y tenía delirios.
Se levantó y encendió una luz. Buscó en las estanterías hasta dar con uno de sus libros de psicología. Suspirando desganada lo abrió y comenzó a buscar algo, alguna respuesta a su complejo estado mental. 

- Si fuera Freud está claro lo que diría sobre mi... Jajaja, en fin... -no pudo evitar acordarse del grimoso taxista aunque le hiciera poca gracia.


Pasó largo rato desvelada buscando en sus libros algo que pudiera esclarecer lo que le ocurría. No parecía un brote psicótico, ni nada inducido por medicinas extrañas que pudieran haberle echado en la copa alguna noche de fiesta. Ni drogas que actuaran en ciertos momentos sí y en otros no... La locura comenzaba a cobrar fuerza como hipótesis, pero quería descartarla como fuera. Era joven para ello. Oír relinchos en el salón tampoco servía de mucho.

- Bueno, como aquella otra noche... Ah, pero ya es de día... -dijo contemplando a través de los agujeros de la persiana.
- Sí, ya es de día.

Dando un grito se giró y vio al kelpie en su cuarto.


Dedicado a Eva, ¡feliz cumpleaños, chuli!