28 diciembre 2015

Is it true?













Tenía que escabullirse sin que nadie le viera y regresar antes de que se dieran cuenta. Nadie podía saber que iba a encontrarse consigo mismo para darse... para que le dieran una poción y convertirse en lobo. Si el chamán se enterara de aquello... 


Orav se esperaba junto al arce frondoso. Recordaba que aquella tarde se había encontrado con un lobo, por lo que su yo niño debería enfrentarse a él solo y mostrar al animal que era digno de llevar su sino. No podía cambiar el curso de la historia más de lo que ya lo había cambiado, así que solo podía esperar y confiar en el pequeño Orav. 


El niño caminaba ágil por el bosque. Conocía bien sus senderos y algunos atajos, llegaría enseguida al arce y recibiría de sí mismo la poción. No podía parar de sonreír. Su amiga dejaría de llamarle "el gran mago de la aldea" y vería que realmente se convertía en un lobo, pero no exiliado. Sería un héroe...

Un sonido hizo que se detuviera. Miró alrededor pero no vio nada, por lo que siguió caminando. El ruido sordo continuaba, y cuando se giró ahogó un grito. Un lobo negro de gran tamaño se aproximaba lentamente hacia él y le miraba con sus grandes ojos ambarinos. Sus pisadas dejaban huellas en la fina capa de nieve, y al ver que su presa le había visto, se detuvo. Ambos se miraron fijamente. Orav no quería apartar la vista, en parte porque el lobo le parecía majestuoso y nunca había tenido uno tan cerca, y en parte porque no sabía qué hacer. Su abuelo le había prevenido y ahora... Un pensamiento repentino hizo que se sintiera más tranquilo y confiado. Había llegado a mayor. Aquel lobo no le iba a hacer daño (al menos no mucho), porque si no no hubiera sido capaz de viajar al pasado. El pequeño se irguió y miró al lobo. Hubiera jurado que el animal le hacía una leve reverencia, pues bajó su gran cabeza para después retirarse lentamente dándole la espalda. Orav suspiró. 

Un poco más tarde llegó al arce, donde su yo adulto le esperaba.

- ¡Pequeño! ¿estás bien? -exclamó Orav, más tranquilo ahora que le había visto llegar sano y salvo.
- Si... no me dijiste que vería un lobo. 
- No puedo cambiar el curso de la historia, pequeño -dijo el adulto.
- Pero ya lo has cambiado viniendo aquí... 
- No. Cuando era niño, yo... es decir, el Orav adulto... vino y me dio la poción para convertirme en lobo y en el guerrero que soy ahora.
- Pero... en algún momento, "nosotros" tuvimos que cambiar la historia. En algún momento hubo un Orav niño que creció y descubrió la poción, y supo que tenía que dársela a su yo niño para que se volviera lobo... pero ese niño que ya era adulto no tuvo la poción de niño...

El Orav adulto recordaba haber tenido esa conversación con su versión joven.

- Tienes mucha razón, pero eso no nos atañe ahora. Toma -dijo tendiéndole una botellita de cristal roja-  aquí está.

El niño la contempló, fascinado. Podía ver chispas que relucían en su interior, a pesar de que la luz del sol no iluminara aquel día tan nublado.  

- ¿Y qué tengo que hacer? -preguntó ilusionado el pequeño.
- Aún eres muy joven, deberás esperar unos años para tomártela.
- ¿Qué? -protestó- ¡pero me dijiste que había maneras de crecer! ¡que podría convertirme en un lobo y ser un héroe! -el niño estaba muy enfadado.
- Lo se, pero todavía no es el momento. La aldea se verá asediada... y entonces tú te tomarás la poción, sabrás cuando hacerlo. Entrénate con la espada, busca algún guerrero que te enseñe el arte de la guerra y aprende mucho. 
- ¡No quiero! ¡Quiero ser un guerrero ya!

Orav sonrió. Era muy inmaduro, pero solo era un niño, no podía culparlo. Recordaba las ganas que había tenido de ser un gran paladín, el adalid del pueblo, que su nombre se oyera y temiera (¿por qué no?) allá dónde fuera... 

- Tranquilo, todo a su tiempo. Ya ves lo grande que soy ahora...
- En realidad no veo nada -retó el pequeño, frustrado.

El joven desenvainó su espada y le hizo una demostración, que dejó al niño sin palabras y a algunos árboles desprovistos de ramas.

- Está bien... ¿Me recomiendas a algún guerrero en particular?
- No, el que más te apetezca. Busca alguien con quien conectes, que esté dispuesto a ser un buen maestro y tenga mucha paciencia y sabiduría a sus espaldas. No te dejes seducir por el oro ni las riquezas, el mayor tesoro está en tu corazón.
- Qué "superferolífico" soy...
- Jajaja, ¿y a ti quién te ha enseñado esa palabreja? Se dice "superferolítico". Mi tiempo aquí ha finalizado -dijo mirando al horizonte con la mirada perdida- debo volver a mi época. Ha sido un placer conocerte, pequeño Orav. 

El joven le dio la mano y el niño se la estrechó un poco enfurruñado.

- No volveremos a vernos hasta dentro de mucho tiempo, cuando seas mayor y me visites... no lo olvides, el círculo eterno.
- Si, si, me acordaré... Seguro que en su momento lo sabré -se mofó el niño, a lo que el otro rió.

Orav desapareció entre los árboles y el niño permaneció solo durante unos instantes, en los que se cercioró de que el guerrero no iba a regresar.

- Bien, si tengo que seguir a mi corazón... me pienso tomar la poción ahora mismo.

Dicho y hecho. El niño abrió la botellita, cuyo líquido se volvió aún más chispeante al contacto con el aire, y se la tomó de un solo trago.



Dedicado a Álvaro, ¡feliz cumpleaños jabalíii!

27 diciembre 2015

Hunab K'u

- "Al igual que otras poblaciones de la región andina, los incas creían que la vida continuaba tras la muerte. Los muertos entraban a formar parte del misterioso mundo de los huacas, término que designaba genéricamente a todo aquello (amuletos, ídolos, santuarios) que guardaba conexión con un poder sobrenatural, con una fuerza oscura". Bla, bla, bla... "morada confortable, ajuar adecuado...", "si no se sentían agusto o se veían abandonados arrastrarían el alma de un pariente que les hiciera compañía...", bla... "chulipas, torres redondas o cuadradas que se construían con gruesos bloques de piedra superpuestos", "embalsamados en posición fetal o sentados, mantas tejidas que son obras de arte, si el difunto tiene cierta jerarquía se les ponía una máscarilla de oro..."
- Este tenía "cierta jerarquía" fijo... -interrumpió uno de los arqueólogos contemplando la estancia.

Pichu le miró un instante y continuó leyendo.

- "Alimentos... cuenco... herramientas cotidianas... objetos a los que había mostrado afecto..." y eso es todo -acabó de leer.
- ¿Cómo puedes tener cobertura aquí? -se extrañó una de las arqueólogas.
- Mi móvil es insuperable. Para la tecnología actual.
- ¿Y siendo un experto no podías simplemente contarlo? ¿Tenías que leerlo?

El joven arqueólogo lanzó una mirada furibunda a su compañero.

- Probablemente nos hallamos ante una tumba de alguien de noble estirpe... 
- No me digas...
- ¿Tienes algún problema?

El arqueólogo del que sospechaba sonrió de medio lado y negó con la cabeza.

- Pues a mi me parece que sí, siempre me cuestionas -corroboró Pichu.
- No te estoy cuestionando... Simplemente... dudo de... tus capacidades -respondió el arqueólogo arrastrando las palabras.

El pokémon Pichu encendió sus mejillas con pequeños rayos y Pichu sonrió. 

- No te voy a echar de la expedición... todos sois sospechosos, no me voy a deshacer de ninguno de vosotros... -al carajo el plan, se sentía seguro de sí mismo y su instinto le decía que era correcto desvelar sus planes. Aunque pareciera poco lógico.
- ¿Todos sospechosos de qué? -preguntó una de las chicas.
- Faltan enseres y apuntes... 
- Es por la maldición.

Pichu miró a su arqueóloga favorita. La única de la que realmente no sospechaba, lo que la hacía aún más sospechosa a sus ojos. Si alguno de ellos fuera mayordomo todo sería más fácil... ¡Oh! ¡ya se volvía a desviar del tema!

- ¿Qué maldición? ¿Esa que mencionasteis ayer? -preguntó alguien.

El joven, casualmente, miró a otro de los arqueólogos, y vio que movía los labios articulando las palabras "galleta no seas tu vida" a su compañera. ¿"Galleta no seas tu vida"? 

- Galleta...
- Genial, ya se ha vuelto loco otra vez... -suspiró el arqueólogo, contento de poder seguir desacreditándolo.
- ¡Cállate, no seas estúpida! ¡Prendedlo! -gritó Pichu eufórico señalando al chico. 

Nadie se movió y el joven le miró como si no estuviera en sus cabales, aunque algo inquieto.

- ¡Pichu, ataca! ¡pero no le hagas daño!

A pesar de la confusa orden, el pequeño pokémon saltó y le lanzó una descarga eléctrica al chico lo suficientemente fuerte como para hacer que se desmayara. Los demás arqueólogos miraban al Pichu humano entre horrorizados y temerosos. 

- ¡Se acabó de miramientos! ¡Si no queréis que os desmaye uno por uno, más vale que habléis! -amenazó el joven con rostro crispado.
- Tu amiguito parece no aguantar su propia electricidad... -observó el arqueólogo del que sospechaba. 

Ciertamente, el pokémon lloraba silencioso y se abrazaba a sí mismo. Pichu se enterneció, lo cogió en brazos y lo acunó cariñosamente. 

- ¡Hablad, insensatos! -lo de hacer de malo le estaba gustando mucho, aunque copiara frases a otros que ni siquiera eran malos... ¡concéntrate, Pichu!
- Es por la maldición -repitió la chica- pierden noción de sus actos, actúan a través... de la voluntad de otro... -explicó.
- ¿No será que alguien es sonámbulo por aquí? -preguntó alguien.
- ¿Y tú cómo sabes...? -empezó Pichu, que no quería revelar todo lo que sabía en aquel momento.
- Lo he leído... en tu diario -reconoció. Pichu puso cara de decepción. ¡Su arqueóloga le había engañado! 
- ¿Y qué hacías husmeando en mis cosas?
- Es que... estaba limpiando... y se cayó, y me pudo la curiosidad... ¡pero yo no he robado nada! -exclamó ante las miradas acusadoras del resto.
- ¿Y crees que... está bajo los efectos de la maldición? -susurró Pichu con voz trémula.
- Creo que la clave para saberlo está en esta cámara. Aunque si recomiendo que le maniatemos antes de que despierte...

Dos de los arqueólogos sacaron unas cuerdas y ataron al joven, que permanecía desmayado.

- Bien hecho, Pichu -alabó el joven arqueólogo en voz baja al pokémon- estate atento a mi señal y no te hagas daño...
- ¡Pi!


Dedicado a Javier, ¡feliz cumpleaños bloggero!

25 diciembre 2015

Happy Christmas

¡Felices fiestas y próspero año nuevo!


Dedicado a mis amigos, ¡sois los mejores!

19 diciembre 2015

Avalanch*e*

Los chicos miraron a Thöw, cuyo semblante se había puesto muy serio.

- Los Nöh nunca juegan limpio. Tratarán de robaros la piedra y lo harán sin contemplaciones. Si tienen que mataros, no dudarán en hacerlo.

Jeanpo miró a las chicas con expresión de superioridad. A ver si por fin se los tomaban en serio.

- ¿No les importa ir dejando huellas en una época que no les pertenece? Me refiero, si yo viajara a otro tiempo y me fijara un poco en las costumbres... -reflexionó Wherynn.
- ¿Y qué tienen que perder? Volverán a su época o conquistarán la vuestra, y cuando ellos rijan vuestros destinos no tendrán que darle cuentas a nadie...
- No entiendo lo del pergamino.

Thöw miró a Srynna, que parecía haber cobrado madurez al recibir sus poderes. Jeanpo sonrió satisfecho.

- Si vienen a conquistarnos... ¿por qué prevenirnos? No lo entiendo...
- A decir verdad... yo tampoco -reconoció el mago. Supongo que pretenden minar vuestra confianza y hacer que les temáis.
- Ya les tememos -dijo Jeanpo.
- Bueno... -susurró Wherynn.

El mago la miró y por una vez la joven no supo qué quiso decirle. Parecía saber algo que esta vez no quería compartir con ella. Decidió no darle importancia, confiaba en él.

- No tardarán en dejarse ver... 
- Si, nos vigilan con la ardilla cotilla -recordó Srynna.
- No bajéis la guardia y confiad en vuestros poderes. Serán más potentes cuanto más amenazados os sintáis, pero no fluirán bien si os dejáis dominar por el pánico.

Wherynn y Jeanpo miraron de soslayo a Srynna, que notó sus miradas y se ofendió.

- ¡Puedo dominarme! ya os vale... Luego os quejaréis de que soy demasiado sanguinaria...
- A ti te reclutan en sus filas fijo. ¿No dijo Jeanpo que eran el clan más sanguinario de no se qué? -trató de recordar Wherynn.
- El clan más sanguinario que había existido -apuntó el joven.
- ¡Antes de las armas nucleares! Si, ahora me acuerdo -sonrió Wherynn.
- En fin, no puedo deciros nada más. Me retiraré hasta que suene el cuerno de la batalla.
- ¿Eso es metafórico o..? 
- ¿Por qué tienes que irte..? -preguntó Srynna, suspicaz.

El mago sonrió.

- Tomad estas piedras -dijo tendiéndoles unas gemas- disponedlas en círculo y os servirán para que los humanos no vean cómo os adiestráis con vuestros poderes, pero no os protegerán. No soy un enemigo -dijo mirando a Srynna- pero otras épocas me reclaman. Por eso vuestra amiga lleva un mapa, solo invocadme y vendré. Basta con que penséis en mi y pronunciéis estas palabras. Les dijo una retahíla de palabras complejas que tuvieron que repetir varias veces hasta memorizar y tras eso se retiró. Los jóvenes se miraron unos a otros.

- Bueno... por mi parte voy a recoger algunas ramitas para la hoguera, con tanta lluvia lo mejor será aprovisionarse antes de que empeore el tiempo -Wherynn miró al cielo, que estaba muy nublado y amenazaba lluvia, aunque por el momento había cesado- Así que os veo en un rato.
- Mhmhm... no quiero que os ofendáis... pero lo de "adiestrarse en vuestros poderes" creo que va por vosotras... -titubeó Jeanpo, tratando de evaluar las posibles reacciones de las chicas.
- Por mi vale, quiero destrozar piedras. No me voy a meter con los pobres arbolitos... -dijo Srynna mirando al recientemente florecido árbol.   
- Yo practicaré más tarde, no me fio de la puntería de Sry... ¡Os veo enseguida!

Wherynn se alejó del claro y Jeanpo la siguió con la mirada. Por lo que la conocía parecía tener una innata capacidad para mantener la mente fría en momentos arriesgados. Estaría bien. 


La joven disfrutaba de aquellos momentos de soledad paseando por el parque cuando no había nadie más. Se había puesto a cantar suavemente mientras recogía ramas y se sentía como una criatura mágica en un mundo de fantasía épica. Miró el mapa de su mano izquierda y sonrió. La elegida. 
Un ruido diferente hizo que se pusiera en guardia. Había oído crujir algunas ramas y supuso que sería algún animal o algún fruto cayendo de los árboles, pero de todas formas miró a su alrededor buscando el origen del sonido. Entre los árboles vislumbró una silueta alta y encapuchada de negro que se aproximaba a ella. La miró fijamente y su instinto le dijo que no se moviera, que estuviera atenta y lanzara su fuego en el momento preciso si fuera necesario. La figura quedó a pocos pasos de ella y se retiró la capucha. Era un joven serio, de profundos ojos castaños que casi parecían negros, pelo desgreñado, nariz prominente y labios carnosos.
Emanaba un inmenso atractivo, y, sonriendo sutilmente, comenzó a hablarle. Tenía una voz grave y melodiosa, tan atractiva como el encanto que el mismo desprendía. Le contó una historia extraña en una lengua lejana que ella entendía. No podía apartar la vista de ese joven, y se concentró en sus palabras, en el relato que le describía, en la preciosa sonrisa que le dedicaba por momentos y en todos y cada uno de sus movimientos. Tenía el increíble don de mantenerla pendiente de cada sílaba, de cada sonido, porque su voz era demasiado hermosa como para escuchar nada más. Porque su mirada era demasiado mesmerizante como para apartar los ojos de los suyos.

Cuando terminó su historia se puso muy serio, se echó la capucha por la cabeza y se fue como había llegado. Wherynn se quedó contemplándolo ensimismada hasta que desapareció, y cuando se cercioró de que nadie más podía verla, empezó a hacer muecas y gestos. 


Regresó con sus amigos, que notaron que algo significativo había ocurrido por su expresión.

- ¿Ha pasado algo? -inquirió Jeanpo, suspicaz.
- Creo... -dijo ella con un hilo de voz- que he visto a uno de los Nöh...
- ¿QUÉ? -se alarmó Jeanpo mientras Srynna chillaba un poco.
- Él... me ha contado una historia... y luego se ha ido... -continuó la joven, que parecía estar en su propio mundo.
- ¿Y tú qué has hecho? -preguntó a su vez Srynna.
- Mmhee mmjao lsbsrsgss... -murmuró ininteligiblemente su amiga.
- ¿Cómo? -se preocupó Jeanpo, que creía que podía estar hechizada.
- Nada, nada... Simplemente le escuché, no hizo nada más que hablar...
- ¡¡Te has enamorado!! 

Jeanpo y Wherynn miraron a Srynna, que la señalaba con un dedo acusador.

- ¡Qué me voy a enamorar! -rió Wherynn- ¡para eso tendría que conocerle! 
- ¡Estás muy rara! -siguió acusándola su amiga, cada vez más recelosa y segura de su versión.
- Es que... tenía una voz... Me ha dejado un poco hipnotizada, la verdad... -admitió.
- ¡Es su plan! Saben que eres nuestro mapa, la clave de todo, ¡van a tratar de que te pases a su bando! -predijo Jeanpo, desasosegado.
- ¡Qué va! su historia no tenía nada que ver con nada... -se defendió ella.
- ¿Qué te contó?
- No tiene importancia... 
- ¡No puedes dejar que vuelva a pasar! La próxima vez... -empezó Jeanpo.

Wherynn no pudo evitar sonreír levemente. Ojalá...

- Mira, no creo que sea tan malo. Quizá ni siquiera era un Nöh... 
- ¿Iba todo de negro con una capa?

La joven dejó de hablar por un instante.

- Bueno... si, pero...
- ¡¡¡Era un Nöh!!! ¡Eres muy afortunada de que no hubiera acabado contigo en ese preciso instante..! -exclamó el guerrero.

Wherynn miró a la lejanía. Un poco sí había acabado con ella... Volvió a sonreír y suspiró. 

- A ver, yo creo que... Bueno, vale, tenía pinta de "malvado" (un malvado muuuy sexy, pensó para sí) pero no creo que quisiera... Es decir... quizá es él el que no está ya en ese bando y solo quería... ¿advertirme..?
- ¿Tan bueno estaba? -preguntó Srynna curiosa, provocando las risas de Wherynn.
- En serio... no les escuches, tratarán de engañarte. No me puedo creer que hayas caído en una treta tan burda solo por una cara bonita... -se decepcionó Jeanpo, a la vez que empezaba a mostrarse un poco enfadado. 
- ¡No es eso! Dejadme a mi...

La joven se alejó despreocupadamente con las ramas para la hoguera en brazos y Jeanpo la observó detenidamente. Si querían el mapa de su mano y sus secretos, era posible que ya estuvieran un paso más cerca de conseguirlos.



Dedicado a Jeanpo, ¡feliz cumpleaños majo!

01 diciembre 2015

Visions (legacy) II


La cueva permanecía en silencio y sumida en una profunda oscuridad... Las sacerdotisas se reunieron en torno al aguamanil para comenzar su ritual visionario... Una imagen surgió en el agua, entre las ondas creadas por la sacerdotisa...  Una joven se movía por el desierto en busca de su destino... Un anciano joven, muy joven, le otorgaba una talla de su reino perdido hacía siglos en la inmensidad de la arena... La imagen cambió y lo único que vieron por un instante fue un hermoso cielo estrellado cuyo brillo contrastaba con la oscuridad de la noche sin luna... La joven se adentraba en una cueva iluminada por una antorcha, y pronto descubrió en ella unos grabados y símbolos rúnicos... Los acarició y brillaron momentáneamente allá donde su piel los rozaba. Varios quedaron marcados en su piel dibujando un mensaje cifrado... Eran las runas de su nombre y el que le había dado a su alma, entre otras que aún no alcanzaba a entender... Los vientos antiguos la reclamaron y la imagen volvió a cambiar. Un paisaje de hielo ocultaba un pueblo entre sus dunas de nieve... Un tótem con símbolos lunares y zodiacales... Unas pieles que narraban la historia de la aldea... Un puzzle de tres piezas con forma de estrella... Y un pequeño universo a escala oculto en una caja ornamentada...  La imagen cambió y mostró una ciudadela medieval de piedra de antigua belleza y perfección. Tres sabios la esperaban en un patio para guiar su búsqueda del conocimiento sobre aquel lugar... su historia... su exilio en el desierto... La joven dejó la talla de madera en la ciudadela y la imagen cambió en las ondas del agua, que se unieron a las olas del mar en su próximo destino... Una cueva misteriosa de cuyo interior procedía un canto de sirena y una melodía instrumental... Visiones de su pasado, sacerdotisas de las runas y el oráculo... La joven dejó custodiado su universo y la imagen cambió por última vez descubriendo una bella isla rodeada de niebla... El destino de su corazón iluminado por las runas de su espíritu...


Continuará...