28 diciembre 2013

Of wolf and man

El pequeño regresó a su casa, donde le esperaba la temida reprimenda de su madre. No le gustaba que saliera al bosque, y los restos de barro en sus botas eran inconfundibles, no dejaban lugar a dudas donde había estado. Poniendo cara compungida aguantó la riña y después se fue a su cuarto. Una vez allí, se puso a pensar en aquel extraño y familiar hombre que se había encontrado en la plaza. Debía de tener algún tipo de poder mágico, porque le había hecho ver algo que parecía ser el futuro... Un momento, no podía saber si era o no el futuro, ¿qué era lo que había visto?

- Un lobo aullando, una batalla, luces de colores, a mi mismo huyendo y una espada... -enumeró para sí en voz baja. ¿Qué significaba?
- ¡Orav! ¡ven a ayudarme con la comida! -gritó su madre, distrayéndolo. 

El niño no volvió a pensar en aquel extraño hombre hasta bien entrada la tarde, cuando fue a comprar algunos ingredientes que le faltaban a su madre para la cena. Los demás niños se reían de él porque hacía aquello que ellos llamaban "tareas para chicas", pero el pequeño sujetaba con fingido orgullo la cesta de mimbre de su madre y alardeaba de sentirse responsable. En realidad odiaba aquello, ¡pero no iba a dejar que lo supieran!

- Recuerdo cuando mi madre me mandaban a los recados... ¡como si fuera una chica! -suspiró una voz a su espalda. El pequeño se giró y vio al hombre que le había hablando aquella mañana.
- ¿A usted también lo enviaban? -preguntó con ilusión. El hombre sonrió ampliamente.
- Si... pasaba mucha vergüenza, pero fingía que me gustaba para que los que se reían de mi se sintieran tontos...
- ¡Yo hago lo mismo!
- Es lo mejor, pequeño. Así empezarán a sentir respeto. 
- ¿A qué se refiere?
- No importa... ¿has pensado en lo que te dije esta mañana?

Orav le miró fijamente. Había algo en los ojos de aquel individuo que le resultaba muy conocido... como si los hubiese visto en algún otro lugar.

- ¿Nos conocemos de algo? -preguntó.
- Yo te conozco, pero tu a mi aún no.

Aquello, aunque no sonara amenazante por su tono, hizo que Orav se echara hacia atrás. El hombre, entendiendo sus palabras, sonrió comprensivamente.

- Perdona, a veces me expreso de una forma demasiado misteriosa... No puedo revelarte quién soy, pero te puedo asegurar que puedes confiar en mi tanto como en ti mismo.
- Eso dicen todos los malos. 
- Jaja, ¡tienes razón! eres un muchacho muy avispado. ¿Qué puedo hacer para que confíes en mi?
- No se... 
- ¿Aún tienes el puzzle del oso, el de madera?

Vale... había metido la pata. Ahora su yo niño parecía realmente asustado. Ese puzzle lo había tallado un desconocido que se había encontrado en el bosque un día, seguramente no hacía mucho teniendo en cuenta las fechas. Le había indicado el camino y en agradecimiento el hombre se lo había dado, pero no se lo había contado a su madre ya que siempre le decía que no cogiera nada que le ofrecieran extraños, y seguramente aquello le valdría otra regañina. Desde el punto de vista del niño, era lógico que no entendiera por qué el sabía todo eso... 

- ¿Quién es usted? -preguntó el niño, con un atisbo de sospecha en su voz.



Dedicado a Álvaro, ¡feliz cumpleaños jabaliiii!

27 diciembre 2013

La'petach Chatat

Los otros arqueólogos esperaron a que Pichu despertara de su ensimismamiento. Como tardaba demasiado, una de las arqueólogas agitó la mano delante de sus ojos haciendo que volviera en si. 

- ¿Qué maldición? ¡no me pagan lo suficiente como para lidiar con una maldición!
- Y aún no sabe lo de la misteriosa enfermedad...
- ¿Una enfermedad? ¿es contagiosa? -preguntó otro arqueólogo, preocupado.
- ¡Vaya! ¡debería dejar de hablar en voz alta!
- ¡Pi!

El sonido de un trueno hizo que el animalillo se alegrara. Como pokemon eléctrico le encantaban las tormentas. 

- Otra vez tormenta... Parece que la lluvia no...
- ¡Qué lluvia ni qué tormenta! vamos a la tienda grande y nos cuentas todo eso de la maldición y la enfermedad.

Resignándose, Pichu les acompañó hasta la tienda de campaña. Una vez se acomodaron, les miró uno a uno por turnos. Se suponía que tenía un equipo de confianza, pero si faltaban útiles y apuntes ¿hasta qué punto era sensato revelarles información?

- Pues veréis...

Pensó en mentirles. Quizá podría inventarse algo lo suficientemente plausible como para que los posibles traidores sintieran curiosidad para seguir robándole material, pero sin desvelar lo que ocurría realmente. Cuando viera quién era digno de confianza y quién no, les contaría lo que sucedía de verdad. Si, era un buen plan. 

- ¿Qué? -apremiaron.
- Si, perdón, estaba pensado cómo resumirlo. Hace unas semanas descubrí que los habitantes de Machu Picchu podían haber desaparecido a causa de una extraña enfermedad que contrajeron y les redujo literalmente a cenizas...
- ¿Cómo? -preguntó la arqueóloga, enarcando una ceja.

- A ver... -debía pensar rápido- según las pruebas de laboratorio, es una enfermedad desconocida que afectó a este grupo. Nadie sabe cuál es su origen, ni si tiene cura, pero el caso es que acabó con ellos y destruyó sus cuerpos de manera que apenas quedan restos.
- ¿Y cómo los has encontrado? -observó un arqueólogo. 
- Mandé unas pruebas de suelo. Quiero decir, mandé algunas muestras de tierra para analizarlas, por curiosidad -se corrigió rápidamente.
- ¿Y por qué no nos habías contado esto? -inquirió el mismo arqueólogo.
- Bueno... no quería que os ilusionarais inútilmente, ya sabes... creyendo que habíamos descubierto algo. Es decir, descubrí lo de la enfermedad, pero quise investigar un poco por mi cuenta para poder contar con más datos antes de decíroslo. ¡Pues si que mentía bien!

El pokemon corría y saltaba bajo la tormenta, ajeno a toda preocupación. Pichu lo miró y sonrió. Tenía que proteger a su amiguito.

- ¿Y lo de la maldición? -preguntó la chica.
- Oh... eso está ligado a la enfermedad. Los habitantes de Machu Picchu seguramente creerían que había sido un castigo de los dioses, de todos modos estoy buscando material sobre creencias Incas para ver si todo encaja.
- A mi si que me parece que lo que nos cuentas no encaja...

Otra vez ese arqueólogo. ¿Debía sospechar de él? ¿O es que solo estaba de mal humor porque no había compartido sus "hallazgos"?

- Ya os digo que estoy investigando, por ahora solo estoy elaborando hipótesis, pero aún no tengo ninguna certeza... de todos modos estoy cansado, no pienso con claridad. He descubierto una caverna, eso si, y me gustaría que la explorásemos a fondo en cuanto sea posible. Eso no tenía problema en contárselo.
- De acuerdo... la tormenta está arreciando y tu amigo parece encantado -sonrió el joven. Ya no parecía tan malo. De todos modos, convenía que se fijase bien en cómo actuaban todos, no podía levantar sospechas y necesitaba aliados.
- Si, es adorable. Bueno, voy a apuntar algunas cosillas que he visto en la caverna, pronto la exploraremos con los útiles adecuados, suponiendo que aún nos queden bastantes... -lanzó a modo de indirecta. Nadie se dio por aludido.
- Muy bien, mientras tanto esperaremos a que llegue el resto, seguro que ya han conseguido víveres para estar aquí por lo menos una semana más sin necesidad de acudir al pueblo -comentó una de las arqueólogas.
- Claro... es mejor que estemos todos unidos... para buscar novedades, ya sabéis... Creo que voy a acostarme un rato, me vendrá bien un poco de paz -dijo Pichu mientras los truenos ensordecían sus palabras.



Dedicado a Javier, ¡feliz cumpleaños neno!

25 diciembre 2013

Merry Yule


¡Feliz Navidad y próspero año nuevo!



Dedicado a todos mis amigos, ¡sois geniales!

19 diciembre 2013

Last of the wilds

El día amaneció lluvioso y desapacible. Srynna estaba de mal humor porque se había peleado con un grillo que no la había dejado dormir todo lo que quería, Wherynn trataba de no reírse del concepto de su amiga de "dormir poco" (casi nueve horas) y Jeanpo seguía meditando cuál debería ser su siguiente paso. No quería poner en peligro a aquellas dos locas, les había cogido bastante aprecio y sabía que con los Nöh no podía bromearse, a pesar de que ellas aún no lo entendieran...

- ¿Qué tal habéis dormido?
- ¡No me hables! maldito grillo...
- Mirad, la ardilla cotilla.

Jeanpo y Srynna miraron hacia el árbol que señalaba Wherynn, donde la conocida ardilla de capa negra disimulaba fingiendo que recogía unas nueces.

- En serio, si la van a mandar a espiarnos al menos que le quiten la capa... ¿o es que nos toman por estúpidos? bueno, a lo mejor los lerdos son ellos... -comentó Wherynn. La ardilla la miró y la chica hubiera jurado que le agitó una de sus patitas en símbolo de venganza. La chica agitó el puño a su vez y lo hizo de manera tan cómica que Srynna no pudo evitar soltar una carcajada.
- De verdad, tenéis que empezar a tomaros esto con seriedad. Tenemos que hablar de vuestras tácticas de batalla...
- ... delante de la ardilla ¡pues no andas tu muy fino tampoco! y suenas igual que Roszondas...-observó la chica.
- ¡Delante de ella no! ¿Roszondas? bueno, es igual, pensaba tirarle una piedra... -les susurró.
- ¡Maltrato animal! -gritó Srynna. La ardilla les miró, suspicaz.
- No es una ardilla común, fíjate -murmuró Jeanpo. Antes de que ninguna lo pudiera evitar, sacó una piedra de su bolsillo y se la lanzó a la ardilla, que se deshizo en una voluta de humo. 
- ¡Qué nice! ¿y ahora?
- Ahora ya no está. Aprovechemos... ¿qué sabéis hacer?

Srynna y Wherynn se miraron la una a la otra.

- Nada -contestaron al unísono.
- ¿Nada? lo suponía.
- ¿Y para qué preguntas? -dijo Srynna.
- No sé, por si acaso... Pues algo tendréis que aprender, puedo protegeros, pero es mejor que sepáis hacer algo aparte de correr y esconderos. Por ejemplo, ¿que harías en este caso? -preguntó cogiendo a Wherynn desprevenida y arrinconándola de manera que solo pudiera entrar en su tienda de campaña.
- ¡A que te clavo una llave en el ojo! -respondió ella con rapidez y rebuscando en sus pantalones -bueno, llevo la llave en el bolso, ¡pero no viene al caso! -se disculpó, agresiva.
- Está bien, al menos tienes genio...
- Si se llega a despistar lo mato a bofetás -comentó en voz baja a Srynna, que rió.
- Es muy probable que te ataquen, por lo del mapa de la mano...
- Vaya, ¡pues qué bien! entonces lo mejor será copiar el mapa, no sea que me corten la mano...
- Bien observado.

Jeanpo fue a por un trozo de papel y Wherynn le miró de soslayo. Sabía que eso no ocurriría, compartía los secretos de Thöw... como mucho la secuestrarían, pero no podían hacerle daño. Se lo contó al joven, que pareció tranquilizarse. 

- ¡Entonces me usarán a mi de cebo! o tratarán de borrarte el mapa de la mano... -dedujo Srynna.
- Eso si, asi que mejor... 

Wherynn se quedó en silencio con la mirada perdida. Los otros dos trataron de hacerla volver en si, pero no pudieron.

- ¿Qué pasa? ¡se ha quedado colgada!
- ¿Qué?
- ¡Aaaah! ¡hazla volver! ¿qué pasa? -gimió Srynna.
- Oye... es probable que tengamos varias crisis, deberías intentar tomarte las cosas con más calma...

Su amiga volvió en si y los vio discutiendo.

- ¿Qué hacéis, paletos? ¡tenemos cosas importantes de qué preocuparnos!
- ¡¡Wherynn!! ¡estás bien! -exclamó Srynna, abrazándola.
- ¡Si, oh! era Thöw, que me daba un toque mental -la tranquilizó.
- ¿Has hablando con Thöw? -quiso saber Jeanpo.
- No, pero me comenta que nos centremos en la misión del mapa, que de la batalla se encarga el.
- ¿Cómo? -preguntó Srynna.
- Pues va a ser algo muy guay, pero si os lo cuento arruinaré la sorpresa... -comentó la chica, sonriendo.
- ¿Vamos a estar bien?
- A ver... eso no se sabe, solo te digo que no vamos a estar indefensas... ¡nos va a dar magia!
- ¡¡GENIAL!! -Srynna estaba loca de contento, ¡siempre había soñado con tener poderes! 
- Pero tenemos que mantenerlo en secreto, no es algo que se esperen... así que nada de esto delante de la ardilla cotilla.
- ¿Dónde está, por cierto? - preguntó Srynna.
- Cuando atacas a esos seres tardar en recuperar su forma, y hasta que no están completos no pueden ejercer ninguna función. Mírala, está casi formada de nuevo en aquella rama -señaló Jeanpo, donde la figura de una ardilla se dibujaba lentamente con humo. Se la quedaron mirando y unos minutos más tarde la vieron de nuevo entera. Wherynn la saludó y esta vez la ardilla si que le agitó una patita, para después irse.
- A lo mejor era bueno seguirla...  -propuso Srynna.
- ¡Claro que no! no vamos a ir a por los Nöh, ¡sería una locura!

Wherynn se abstuvo de hacer un juego de palabras y Srynna se quedó pensativa, lo cual era muy peligroso. 

- En fin, ¿cuál es la siguiente misión? -preguntó Jeanpo dirigiéndose a Wherynn.

La chica se puso un dedo en los labios, cogió una piedra y la lanzó hacia los árboles. No ocurrió nada.

- ¿Qué haces?
- Nada, nada... pues de hecho nada, proteger la piedra y ya. No perderla, y si vienen a por ella... defenderla.
- No creo que vaya a ser tan fácil... -suspiró Srynna.
- ¡Por supuesto que si! y ahora, os enseñaré a luchar. Me fio de la magia de Thöw, pero es mejor estar prevenidos.



Dedicado a Jeanpo, ¡feliz cumpleaños majo!

01 diciembre 2013

Lunacy (Illumination) II


Por un instante, silencio. El rumor del aire me envolvió, haciéndose más intenso por momentos. No sabía de dónde procedía aquella fría corriente, todo a mi alrededor era oscuridad. De repente, comencé a oír voces, voces horribles que empezaron a darme escalofríos. No sabía de dónde venían y no tener visión solo las hacía aún más terribles. Parecían acercarse y me sentí indefensa, pero no dejaría que me amilanaran. Si querían hacerme sufrir iban a tener que luchar con todas sus fuerzas. Las voces estaban cada vez más cerca... llegaron hasta mi... y desaparecieron.

La oscuridad era increíblemente densa. Miré a mi alrededor y solo encontré un vacío opaco, ninguna forma de saber dónde podía encontrarme. Intuía el peligro acechándome en las sombras, pero no era sensato quedarse quieta. Jamás podría irme de allí si no me movía. Y el suelo parecía firme bajo mis pies...
Comencé a avanzar con las manos delante de mi, por si encontraba algún obstáculo en mi camino, quizá a los dueños de aquellas voces... El aire parecía más frío por momentos, aunque quizás solo era impresión mía. Tenía miedo... La oscuridad no cambiaba, siempre densa y opresora, pero continué caminando a pesar de todo. No sabía hacia dónde iba, si me acercaba a mi destino o me alejaba... ni siquiera entendía por qué la oscuridad era todo lo que podía percibir. El aire era tan frío que casi me dolía respirar, notaba una corriente helada rodeándome, pero seguía avanzando, no quería detenerme o me quedaría allí perdida para siempre en medio de aquella oscuridad glacial. La intensidad de mis sentidos empezaba a agudizarse a causa de la falta de visión y por ello comencé a fijarme en mi tacto y en mi oído.

Oí un sonido en la lejanía, símbolo de que quizás no estaba completamente sola en aquella oscuridad. Entonces me di cuenta de que tenía los ojos cerrados. Los abrí y no vi nada, por lo que volví a cerrarlos justo a tiempo para notar que algo más aparte del frío aire me acompañaba en mi viaje a oscuras.
Las voces volvieron a surgir de entre las sombras, aullando mis temores y mis derrotas, pero me negué a escucharlas y seguí caminando como si jamás hubieran estado ahí. Sus gritos me desconcertaban, no entendía por qué tenía que ser yo la que las oía, yo que nunca les había hecho ningún mal para que se comportaran así conmigo. El sentido de la injusticia me hacía avanzar con firmeza, tenía la confianza de que en algún momento se olvidarían de mi y seguirían su camino, como si jamás hubiese existido para ellas. Ojala pudiera olvidarlas también con la misma facilidad y alejarlas de mis pensamientos para que no volviesen a torturarme nunca más...

Sus voces se volvieron monótonas, demasiado simples para que mereciera la pena escucharlas. Lo que decían no tenía ningún sentido, por mucho que se empeñaran. Su frío contacto hacía que me estremeciera, pero no de la forma en que ellas querían. En el fondo me daban pena, y lo sabían. Su cadencia se alejaba lentamente haciendo que mi camino fuese más fácil de recorrer, aunque aún oía su absurdo eco en mi mente repitiendo incesante sus necias palabras. Sin embargo, conocía su más profundo secreto, que en el fondo se sentían aún peor que yo y por eso no podían silenciarse...

Podían aullar cuanto quisieran, porque ya no las percibía como algo amenazante, no tenían nada que ver conmigo ni con mi mundo. Si eso las hacía sentir mejor, que sus gritos se ahogaran en sus propios temores, ocultos tras una fortaleza de mentiras y falsas ilusiones para hacer daño a otros...
Una tenue luz iluminó aquella oscuridad, mostrándome el portal. En algún momento había vuelto a abrir los ojos, y ahora lo veía con claridad. El eco de sus voces envolvía la gélida atmósfera mientras me alejaba de ellas ignorándolas y cruzaba el etéreo umbral hacia la próxima iluminación...



Continuará...